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Beatos Alfonso López López y Miguel Ramón Salvador, presbíteros y mártires

3 de agosto

El 3 de agosto de 1936 fueron fusilados en Samalús, provincia de Barcelona, tres religiosos franciscanos conventuales, de los cuales uno sobrevivió, siendo los otros dos declarados mártires y beatificados por el papa Juan Pablo II el 11 de marzo de 2001 en la ceremonia conjunta de los 233 mártires de la persecución religiosa en Valencia de los años 1936-1939.

Alfonso López López nació en Secorún, provincia de Huesca, el 16 de noviembre de 1878. Educado cristianamente, era un joven piadoso cuando decidió su vocación religiosa ingresando en Granollers, en 1906, en la Orden de los franciscanos conventuales, donde hizo el noviciado y pronunció los votos religiosos. Para los estudios eclesiásticos fue enviado a Osimo, Italia, y fue ordenado sacerdote el año 1911. Se le envió entonces al santuario de la Santa Casa de Loreto para ejercer fundamentalmente la labor de confesor, donde hizo la profesión solemne y aquí estuvo hasta 1915 en que volvió a Granollers como docente y director espiritual. Se distinguió siempre por su virtud, particularmente por su amor a Dios y al prójimo y asimismo por su tierna devoción a la Virgen María. Fue un óptimo formador de los aspirantes a la vida religiosa, a los que animaba sobre todo con su ejemplo.

Miguel Remón Salvador nació en Caudé, provincia de Teruel, el 17 de septiembre de 1907 en el seno de una familia cristiana. Educado piadosamente, en 1925 se decidió por la vida religiosa e ingresó en el convento de los franciscanos conventuales de Granollers. Hecho el noviciado, profesó los votos religiosos en calidad de hermano laico. Enviado a Italia, al Santuario de la Santa Casa de Loreto, emitió allí, en 1933, sus votos solemnes y permaneció varios años prestando diferentes servicios en la basílica. Regresó a Granollers en 1934 para ejercer los oficios que se le encomendaron, en los que siempre se mostró laborioso, afable y pacífico.