Fue Jesús
Tú, fuiste aquella canción de cuna en el desvelo de la preocupación.
Tú, le diste cura a las heridas que atentaron a mi corazón.
Fue tu mirada escudo y armadura, cuando en la batalla tuve miedo.
Las cicatrices, aunque hoy duelen, son trofeos
de tu victoria y de mi credo.
Tú, acariciaste mi cabello aquella noche de soledad.
Tú, fuiste la mano que sostuvo mi tropiezo en el caminar.
Y sé que fuiste tú aquellos brazos donde mi cansancio se hizo vuelo,
Y con tu música me levanté del suelo,
fuiste la escucha y el consejo.
Fuis-te Tú, el que puso las manos por mis clavos,
el que puso los hombros por mi cruz,
el que por mi condena dio su vida, fuiste Tú.
Tú, fuiste el susurro en mis oídos, fuiste calma en la tempestad.
Tú, fuiste la corrección fraterna y el rescate en mi necedad.
Tal vez será que fueron pobres mis sentidos para haberte visto en el pasado.
Pero hoy la fe me deja ver, y me ha mostrado
que siempre estuviste a mi lado.
Fuis-te Tú, el que puso las manos por mis clavos,
el que puso los hombros a mi cruz,
el que por mi condena dio su vida...
Fuis-te Tú, el que puso la espalda a mi flagelo,
el que entregó su sangre por mi Cielo,
el que por mis cadenas dio su cuerpo, fuiste Tú.
Aunque no te pueda observar
y mis oídos no te puedan escuchar,
la Fe corrige mis sentidos,
porque yo creo, sé que estás aquí conmigo.