Nadie Es Profeta En Su Tierra
Nazaret, Jesús vino, donde El se había criado
y entró como de costumbre en la Asamblea del sábado.
Se levantó a leer un libro de profecías,
desenrollando los textos, habló sobre Isaías:
El Espíritu de Dios sobre mí se ha posado
desde el principio me ungió y a anunciar me ha enviado
la Buena Nueva a los pobres, la libertad al cautivo,
dar la vista a los ciegos, y desterrar el castigo,
proclamar a viva voz, la amnistía del Dios vivo,
y dando fín la lectura la devolvió al ministro.
Esto que acabáis de oír, en mí hoy se ha cumplido,
y muchos se admiraban, por lo visto y por lo oído.
Mas los demás decían: ¡Es el hijo de José!
y el enviado de Dios, no tardó en responder:
De seguro me diréis:¡Médico, cúrate!
las obras de Cafarnaún hazlas aquí también.
Mas en verdad os digo que aquí las puertas me cierran
no he sido bien recibido, nadie es profeta en su tierra.