Sal 39, 2-4. 18
R. Señor, ven pronto a socorrerme.
Esperé confiadamente
en el Señor:
Él se inclinó hacia mí
y escuchó mi clamor. R.
Me sacó de la fosa infernal,
del barro cenagoso;
afianzó mis pies sobre la roca
y afirmó mis pasos. R.
Puso en mi boca un canto nuevo,
un himno a nuestro Dios.
Muchos, al ver esto, temerán
y confiarán en el Señor. R.
Yo soy pobre y miserable,
pero el Señor piensa en mí;
Tú eres mi ayuda y mi libertador,
¡no tardes, Dios mío! R.