El Espíritu nos lanza sobre el mundo
como semillas de una nueva vida,
como palomas que llevan su mensaje,
como instrumentos de liberación.
Somos testigos de Cristo,
mensajeros del Reino del Señor,
heraldos de su obra salvadora
anunciamos la liberación.
Somos la Iglesia de Cristo,
el Cuerpo del cual El es su cabeza,
las manos que cumplen sus designios
y realizan su liberación.
Somos el pueblo de Cristo
nacidos con Él en el Bautismo,
el pueblo elegido para ser
la semilla de liberación.