Cejilla en traste I
Ya, toda me entregué y di, y de tal suerte he trocado,
que mi Amado es para mí, y yo soy para mi Amado.
Cuando el dulce cazador me tiró y dejó herida,
en los brazos del amor mi alma quedó rendida;
y, cobrando nueva vida, de tal manera he trocado,
que mi Amado es para mí, y yo soy para mi Amado
que mi Amado es para mí, y yo soy para mi Amado.
Me hirió con una flecha enherbolada de amor,
y mi alma quedó hecha una con su criador;
ya no quiero otro amor, pues a mi Dios me he entregado,
que mi Amado es para mí, y yo soy para mi Amado
que mi Amado es para mí, y yo soy para mi Amado.