Salmo 137 (136) Que no me olvide de ti
¡Que no me olvide de ti, ciudad de Dios,
que no me olvide de ti
Junto a los ríos de Babilonia, nos sentábamos a llorar,
con nostalgia de Sión.
En los sauces de las orillas colgábamos nuestras cítaras.
Allí nuestros carceleros nos pedían canciones,
y nuestros opresores, alegría:
?¡Canten para nosotros un canto de Sión!?
¿ómo cantar un canto del Señor en tierra extranjera?
Si me olvidara de ti, Jerusalén,
que se paralice mi mano derecha.
Que la lengua se me pegue al paladar
si no me acordara de ti,
si no pusiera a Jerusalén por encima de todas mis alegrías.