Jesucristo es
el Pan de la Vida
que conforta
al hombre en su historia.
/Proclamemos
al mundo sin miedo:
quien
comparte, reparte y le sobra./
La montaña se colma de gente,
cinco mil a Jesús lo seguían,
El reparte unos panes y peces
que un muchacho, gustoso, ofrecía.
Le dio gracias al Padre del cielo,
y después que ya todos comieron,
les pidió que recojan las sobras:
doce cestos repletos trajeron.
Sólo el Padre del Pan verdadero,
que da vida y sentido a este mundo.
Pan de Dios que se torna fecundo,
es el Pan que desciende del cielo.
“Danos siempre este pan” le pidieron,
“yo soy Pan y he bajado del cielo,
a colmar al hambriento que cree,
y saciar para siempre su anhelo”.
Esta Cena que es Mesa de vida,
puede ser también de condena:
cuando unos padecen el hambre
y otros solos aparte se llenan.
No desprecien, hermanos, la Iglesia,
no dividan así la Asamblea:
quien comulga con este pecado,
es al mismo Jesús que desprecia.