Qué
detalle, Señor, has tenido conmigo
cuando
me llamaste, cuando me elegiste,
cuando
me dijiste que tú eras mi amigo.
qué
detalle, Señor, has tenido conmigo.
Te acercaste a mi puerta y pronunciaste
mi nombre.
Yo temblando te dije: aquí estoy,
Señor.
Tú me hablaste de un Reino, de un tesoro
escondido,
de un mensaje fraterno que encendió mi
ilusión.
Yo dejé casa y pueblo por seguir tu
aventura,
codo a codo contigo comencé a
caminar.
Han pasado los años y aunque aprieta el
cansancio
paso a paso te sigo sin mirar hacia
atrás.
Qué alegría yo siento cuando digo tu
Nombre,
qué sosiego me inunda cuando oigo
tu voz,
qué emoción me estremece cuando escucho
en silencio
tu palabra que aviva mi silencio
interior.