Yo no soy digno,
de que entres en mi casa;
más di una Palabra,
y bastará para sanarme.
Yo no soy digno,
de tocarte con mis labios;
tan agrietados,
por la fiebre y por la sed.
Yo no soy digno,
de que entres en mi Cuerpo;
tan invadido,
por la enfermedad.
Pero Tú vienes a sanarme,
y me visitas en mi casa;
y te recibo en sacramento,
porque tu amor lo quiere así.
Tú dices quiero, y así me sanas,
yo no era digno, Tú me haces digno.
Me vivificas, y me levantas,
gracias, Señor, por venir a mí.