santos

Beata María Repetto, virgen

5 de enero

Nació en Voltaggio, diócesis de Génova, el 1 de noviembre de 1807. Su padre era notario. En cuanto tuvo siete u ocho años comenzó a ayudar a su madre en la crianza de los hijos, ya que ella fue la mayor de nueve hermanos. Ella en su casa aprendió la religión y la piedad, inculcada a todos los hijos por unos padres piadosísimos, en la que no faltaron vocaciones a la vida religiosa y sacerdotal: cuatro hijas ingresaron en religión y el único varón fue sacerdote.

María ingresó a los veintidós años en la Congregación de Nuestra Señora del Refugio en el Monte Calvario, cuya finalidad era el ejercicio de toda clase de obras de misericordia, singularmente con los más necesitados. Ella se dedicó con toda el alma a la vida religiosa, aceptando los humildes puestos que le fueron asignados. Primero estuvo durante años dedicada a remendar la ropa de la casa hasta que empezó a fallarle la vista, y entonces la destinaron a portera, dando pruebas de una caridad exquisita que admiró a todos los que la trataron y que tuvieron la sensación de tratar a una santa. En las epidemias de cólera de los años 1835 y 1855 ella se echó a la calle a buscar y atender a los contagiados, con gran riesgo de su vida, que sin embargo fue preservada del contagio. Pero en ocasiones similares posteriores se le mandó permanecer en el convento y ella obedeció con plena disponibilidad.

En la portería brilló por todas las virtudes y la gente llegó a llamarla simplemente la monja santa. Su crédito fue altísimo entre todos cuantos la conocieron. Sus obras de caridad y de acogida a los necesitados tanto material como espiritualmente fueron las bases de este crédito. Era muy grande su devoción a san José, al que encomendaba sus asuntos y los ajenos, y en homenaje del cual organizaba celebraciones solemnes; tenía en él una gran confianza, que recuerda la de Santa Teresa de Jesús en el mismo glorioso Patriarca. En vida se le atribuyeron numerosos milagros. Su comunidad fue testigo de su vida de altísima oración, de austeridad y mortificación cristianas. Su santa muerte tuvo lugar el 5 de enero de 1890 en Génova, la ciudad donde había transcurrido su vida religiosa. Fue beatificada el 4 de octubre de 1988 por el papa Juan Pablo II.