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Beata Rosalía Rendu, virgen

7 de febrero

La beata Rosalía Rendu fue el centro de un movimiento de caridad que caracterizó París y toda Francia durante la primera mitad del siglo XIX donde no existía la asistencia social pública. El 25 de mayo de 1802 Sor Rosalía entró en el Seminario (noviciado) en la Casa Madre de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl en París.

A la salida del Seminario (final de la primera etapa de formación) fue enviada al barrio de Mouffetard, uno de los más pobres de París, donde sirvió a los pobres durante 53 años. Allí hizo de enfermera, de juez de paz, de catequista de los niños de la calle e incluso, aún a riesgo de su vida, se interpuso entre los revolucionarios cuando querían fusilar a un militar que se había acogido en su casa: «¡Aquí no se mata!»

Sor Rosalía fue la «madre buena de todos» sin distinción de religión, de ideas políticas ni de condición social. Con una mano recibía de los ricos y con la otra daba a los pobres. 

A los ricos Sor Rosalía les procuraba la alegría de hacer el bien. A menudo podía verse en el recibidor de la casa a obispos, sacerdotes y hombres de Estado y de la cultura, como Donoso Cortés, embajador de España y hasta el emperador Napoleón III con su cónyuge, así como estudiantes de derecho, de medicina, alumnos del politécnico, que iban a buscar información, recomendaciones o a pedir consejo sobre a qué puerta ir a llamar antes de hacer una buena obra. Entre ellos el beato Federico Ozanam, cofundador de las “Conferencias de San Vicente de Paúl” y el venerable Juan León Le Prévost, futuro fundador de los Religiosos de San Vicente de Paúl, que buscaban consejo para poner en marcha sus proyectos. 

Todos los días, en todo tiempo, Sor Rosalía recorre las calles y callejuelas que suben hasta el Panteón, la vertiente sur de la Montaña Santa Genoveva: rue Mouffetard, Passage des Patriarches, rue de l’Epée de Bois, rue du Pot de Fer... Con su rosario en la mano y su pesado cesto en el brazo, apresura el paso, porque sabe que la esperan. Como la religiosa en el claustro, Sor Rosalía camina con Dios: le habla de esta familia con dificultades porque el padre no tiene trabajo, de ese anciano que corre el riesgo de morir solo en una buhardilla. En su tumba, en el Cementerio de Montparnasse, hay siempre flores de personas agradecidas y en la lápida está escrito, "A Sor Rosalía de sus amigos los ricos y los pobres".

Introducción de la biografía/panegírico de la beata en el sitio de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, donde se hallará la versión extensa del escrito.