santos

Beatos Francisco Carceller Galindo e Isidoro Bover Oliver, presbíteros y mártires

2 de octubre

El 2 de octubre de 1936 fueron llevados al cementerio de Castellón de la Plana, Comunidad Valenciana, estos dos mártires y allí, ante las tapias, fueron fusilados, exclusivamente por su condición de sacerdotes. Juan Pablo II los beatificó el 1 de octubre de 1995 en el grupo de 13 escolapios y 9 sacerdotes operarios diocesanos martirizados en diversos días y en varios lugares en 1936.

Francisco Carceller Galindo había nacido en Forcall, en la diócesis de Tortosa, provincia de Castellón, el 3 de octubre de 1901 en el seno de una familia muy religiosa. Dos hermanos suyos fueron religiosos agustinos, otros dos fueron escolapios y una hermana fue religiosa dominica. Desde pequeño tuvo mal una pierna y terminó quedándose rígida. Ingresó en la Orden de las Escuelas Pías, y tras hacer la profesión religiosa temporal (10 de agosto de 1919) y la perpetua (8 de diciembre de 1922), y los pertinentes estudios, fue ordenado sacerdote en septiembre de 1925. Su nombre en religión era Francisco de Nuestra Señora de Lourdes. Destinado a varios colegios escolapios de Barcelona: el de San Antón, de 1924 a 1930; y el de Nuestra Señora, de 1930 a 1936, se entregó por completo al ideal de su Orden de transmitir a los jóvenes la piedad y la cultura y fue muy estimado por los alumnos, que comprendían su gran talla como hombre y como sacerdote. Cuando llegó la revolución, estaba en Forcalla con su familia, supo que lo buscaban, se negó a esconderse y afirmó que la mayor gracia que podía Dios hacerle era la del martirio. Era el 29 de agosto y se despidió con entereza de sus padres y familiares. Llevado a la cárcel de Castellón, permaneció allí hasta el día de su martirio.

Isidoro Bover Oliver nació el 4 de mayo de 1890 en Vinarós, también en la provincia de Castellón, hijo de una familia muy religiosa. Fue hermano suyo el jesuita P. José María Bover, célebre por sus trabajos bíblicos. Isidoro pasó su infancia con su tío, el párroco de Benicasim. Ingresó con diez años en el colegio de San José, de Tortosa, y se integró en la Hermandad de Sacerdotes Operarios Dlocesanos el 12 de agosto de 1910. Estudió teología en Tarragona mientras era prefecto de filósofos. Fue ordenado sacerdote en Vinarós el 8 de septiembre de 1912. Seguidamente fue destinado a México, al seminario de Cuernavaca, trasladado luego a Tacubaya. Expulsado de México, como los demás operarios, en octubre de 1924, es destinado a Tortosa, donde estuvo de prefecto hasta 1934 y luego como director espiritual hasta su muerte, escribiendo mientras tanto mucho en las revistas de su Hermandad y dirigiendo «El Correo Josefino». En 1928 se doctoro en teología. Llegada la revolución de 1936 marchó a su pueblo el 22 de julio, donde fue arrestado y llevado a la cárcel de Castellón, donde permaneció hasta el martirio.