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Beatos Mario Vergara e Isidoro Ngei Ko Lat, mártires

24 de mayo

Mario Vergara nació en Frattamaggiore, Nápoles, el 16 de noviembre de 1910. Fue ordenado sacerdote del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras el 26 de agosto de 1934, e inmediatamente después el p. Mario partió para Birmania, donde trabajó entre la gente de la etnia karen, de la tribu de Soku, una de las más pobres y más primitivas. Con la ayuda de los catequistas formados por él y ante un sinnúmero de dificultades, se dedicó incansablemente a la formación humana y cristiana, administrando los sacramentos, cuidando a los huérfanos y a los enfermos.

Con la Segunda Guerra Mundial, en 1941, fue internado junto con todos los misioneros italianos en los campos de concentración de la India, donde permaneció cuatro años. Después de un período pasado en Italia para sanarse y recuperar su fuerza, regresó a Birmania, y se ofreció para una nueva misión entre los carianos rojos, al este de Loikaw, cerca del río Salween. Incluso en este entorno difícil, no ahorró sus fuerzas.

Después de la independencia de Inglaterra, estallan los disturbios y la guerra civil entre el gobierno y los rebeldes Carianos. El padre Vergara toma la defensa de los oprimidos, atrayendo sobre sí el odio de los rebeldes que operan en esa zona. El 24 de mayo de 1950 el padre Vergara, junto con el catequista Isidoro, se dirigía al jefe del distrito Tire para pedir la liberación de otro catequista que había sido detenido. Pero en lugar de este se encuentra ante el líder rebelde Richmond, que después de un interrogatorio duro, ordena el arresto. Ambos fueron asesinados en las orillas del río Salween, probablemente a primera hora del 25 de mayo. Sus cuerpos, dentro de unos sacos, fueron arrojados al río.

 

No hay mucha información sobre la vida del catequista Isidoro Ngei Ko Lat, que es el primer fiel birmano en ser beatificado. Nació en 1918 en Ahtet Tawpon, y fue bautizado el 7 de septiembre de 1918; Isidoro pertenecía a una familia de agricultores convirtida al catolicismo. Desde niño frecuentaba a los misioneros y a menudo viajaba con ellos. Entró en el seminario menor de Toungoo, demostrando su celo y dedicación, pero a causa de su mala salud tuvo que volver con su familia.

Decidido a comprometerse de todos modos por el Señor, no se casó y abrió una escuela privada gratuita en su pueblo, donde también daba clases de catecismo. En 1948 encontró al p. Vergara, quien lo invitó a realizar el servicio de catequista en Shadaw. Isidoro estará junto al misionero hasta el martirio.

Fueron beatificados en la diócesis de origen del P. Vergara, en Italia.