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San Casiano de Ímola, mártir

13 de agosto

Casiano era un maestro de escuela que enseñaba a los niños de Imola a leer y escribir. Imola es una ciudad de Italia que dista unos cuarenta kilómetros de Ravena. Durante una furiosa persecución contra los cristianos, Casiano fue hecho prisionero y compareció ante el gobernador de la provincia. Como se negase a ofrecer sacrificios a los dioses, el bárbaro juez, al saber que era maestro de escuela, mandó que sus propios discípulos le matasen con sus «estilos», pues en aquella época se escribía sobre tabletas de cera con «estilos» o plumas de acero. Un extremo del estilo era puntiagudo y el otro romo para poder borrar lo que se escribía.

Acudieron doscientos discípulos de Casiano, «que le odiaban porque era su profesor». Los guardias desnudaron al condenado y algunos de los discípulos le lanzaron a la cara las tabletas, los estilos y las navajas; otros le desgarraron el cuerpo con las navajas; otros le clavaron los estilos en el cuerpo y aun se divirtieron bárbaramente al grabar letras en su piel. san Casiano, cubierto de sangre y herido en todo el cuerpo, todavía tuvo el valor de decir a los perversos alumnos que no tuviesen miedo y le golpeasen con mayor fuerza. Con ello no quería exhortarlos al pecado, sino manifestar su deseo de morir por Cristo. Los cristianos de Imola se encargaron de sepultarle. Prudencio refiere que, de camino a Roma, visitó la tumba del mártir y pidió ahí a Dios perdón por sus pecados; también describe una pintura que estaba sobre el altar y representaba la cruel muerte del mártir en la forma en que él la narra en sus versos.

La pasión del mártir, que se halla en el Sanctuarium de Mobricio (vol. VIII), no es probablemente más que una traducción en prosa del poema de Prudencio (Peristephanon, IX). El detalle de la intervención de los discípulos en el martirio es probablemente una reminiscencia de un incidente de Apuleyo (cf. P. Franchi de Cavalieri, Hagiographica, p. 131), y recuerda en forma muy sospechosa el martirio de san Marcos de Aretusa. Pero no se puede dudar razonablemente de la existencia de san Casiano de Imola. Véase Lanzoni, Le Leggende di S. Cassiano d'Imola (1913); Didaskaleion, vol. III (1925), pp. 1.44; y Delehaye en Comentario sobre el Martirologium Hieronymianum, pp. 440-441. En la tradición popular -y así lo reflejan algunos santorales- es considerado obispo. La imagen es reproducción de un grabado holandés del siglo XVII de Jan Luiken.