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San Germánico de Filadelfia, mártir

19 de enero

Todo lo que sabemos de san Germánico se reduce a lo que nos dice la carta a los cristianos de Esmirna sobre la persecución en la que fue hecho prisionero san Policarpo: «Pero demos gracias a Dios, porque Germánico triunfó de sus enemigos. En efecto, el muy noble joven alentó el valor de los otros con su constancia, e hizo frente a las fieras, en forma admirable. Como el procónsul tratase de salvarle, rogándole que se apiadara de su propia juventud, Germánico, expresó su deseo de verse libre de la compañía de hombres tan descarriados, y él mismo provocó valientemente a las fieras para que le atacaran. Al ver la multitud el maravilloso valor de los cristianos, amados del Señor y temerosos de Dios, empezó a gritar: ¡Mueran los enemigos de los dioses! ¡Traed a Policarpo!»

Este relato es uno de los documentos más auténticos que poseemos sobre la Iglesia primitiva. Eusebio cita este pasaje en su «Historia Eclesiástica», y el texto completo nos ha llegado por una fuente independiente. Hay que notar que Germánico, al provocar contra sí a las fieras para librarse cuanto antes de la abyecta compañía de los paganos y judíos, hizo realmente el gesto que san Ignacio de Antioquía se proponía hacer (Carta a los Romanos, 5).

Nota de ETF: La cuestión del año de martirio es problemática: por un lado, el martirio de Germánico está estrechamente relacionado con el de Policarpo; sin embargo, el de Policarpo cuenta con testimonios dispares, que hace que haya que situarlo en el 166/7, o en el 155, o incluso en otros años. Si nos guiamos por el elogio del Martirologio Romano, el «tiempo de los emperadores Marco Antonino y Lucio Aurelio» es después del 160, siempre que el «Marco Antonino» que menciona sea Marco Aurelio, porque podría tratarse de Antonino Pío, y entonces el martirio se situaría hacia el 155. La cuestión queda abierta, y la confusión entre los dos emperadores, así como otras dificultades en la concordancia cronológica, son bastante frecuentes en la literatura posterior como para no poder cerrar definitivamente el asunto.

Ver Lightfoot, Apostolic Fathers, pt. 11, vol. III, p. 478; Delehaye, Les passions des martyrs... (1921), pp. 12 ss., y Acta Sanctorum, 19 de enero.