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San José María Robles Hurtado, presbítero y mártir

26 de junio

José María Robles era hijo de Antonio Robles y Petronila Hurtado y nació el 3 de mayo de 1888, en Mascota, Jalisco. Fue ordenado presbítero en 1913, y luego de eso, fundó en Nochistlán, Zacatecas, el Instituto de Religiosas Víctimas del Corazón Eucarístico de Jesús (hoy Hermanas del Corazón de Jesús Sacramentado). Sus compañeros lo apodaron «el loco del Sagrado Corazón», por su vehemente deseo de divulgar el amor de Dios a los hombres, que le llevó a cultivar una espiritualidad centrada en el Sagrado Corazón de Jesús. Encendió asimismo el entusiasmo y la devoción al Sagrado Corazón de Jesús entre los vecinos de Tecolotlán, a donde fue nombrado párroco en diciembre de 1920.

Ante la suspención del culto público, consagró su parroquia al Corazón de Jesús, colocando, como signo visible, una cruz en el promontorio conocido como La Loma. Los agentes gobiernistas consideraron ese acto como un desafío y le tendieron un cerco. A partir del 2 de enero de 1927 el Padre Robles se ocultó en el domicilio particular de la familia Agraz. Desde su refugio, se mantenía al tanto de la salud espiritual de sus feligreses y oraba intensamente por la paz en México.

Después del 26 de febrero de 1927, cuando se le comunicó que existía una orden de arresto contra los clérigos, sus amigos le suplicaron que huyera, sin embargo no hizo caso de la recomedación. En la madrugada del 25 de junio de 1927, cuando se disponía a celebrar la Misa, fue aprehendido por un nutrido contingente de soldados y se les ordenó que procedieran con todo rigor en contra del cura «rebelde».

En cuanto los vecinos se enteraron del arresto de su párroco, agotaron las instancias legales para garantizarle la vida, pero no tuvieron resultados. Por la noche, algunas damas intentaron hablar con él, pero tan sólo consiguieron que uno de los vigilantes les entregara el Brevario del Párroco, donde descubrieron este texto suyo, anticipo de su martirio:


Quiero amar tu corazón
Jesús mío, con delirio;
quiero amarte con pasión,
quiero amarte hasta el Martirio...
con el alma te bendigo
Mi Sagrado Corazón;
dime: ¿Se llega el instante
de feliz y eterna unión?.
tiéndeme, Jesús, los brazos,
pues tu «pequeñito» soy;
de ellos, al seguro amparo,
a donde lo ordenes, voy...
al amparo de mi Madre
y de su cuenta corriendo
yo, su «pequeño» del alma
vuelvo a sus brazos sonriendo.
Un Padre, espera a sus hijos,
a todos, allá en el Cielo.

La justicia federal le concedió un amparo dentro de la jurisdicción de Tecolotlán, por lo que se decidió quitarle la vida en los linderos de la municipalidad vecina, y durante la media noche, atado de manos, fue obligado a recorrer el camino de la sierra. Cuando llegaron a las inmediaciones del poblado de Quila y los agraristas se disponían a ejecutarlo, el Padre Robles pidió unos minutos y arrodillado hizo una última oración; al incorporarse bendijo su parroquia y en voz alta perdonó y bendijo a sus verdugos. A fin de evitar que se mancharan las manos con su muerte, él mismo tomó la soga, la bendijo, la besó y se la echó al cuello. El cadáver fue abandonado al pie del árbol y sepultado por empleados de una carbonera, quienes no identificaron al párroco.

El 26 de junio de 1932, con autorización del que fuera su condiscípulo en el Seminario, el entonces Obispo Auxiliar de Guadalajara, Don José Garibi Rivera, los restos del mártir pasaron de Quila al Templo Expiatorio de Guadalajara. Actualmente las reliquias de este apóstol del Sagrado Corazón de Jesús se veneran en el noviciado de las Hermanas del Corazón de Jesús Sacramentado en la ciudad de Guadalajara.