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San Juan de Afusia, abad

27 de abril

La situación histórica la conocemos por muchos otros santos, primcipalmente monjes, ya sea que hayan llegado al martirio, o hayan sobrevivido, pero a costa de grandes sufrimientos: en algún momento del gobierno de León III Isáurico (717-741) en el Imperio Bizantino, probablemente hacia el 730, el emperador adopta oficiaalmente una postura religiosa iconoclasta, es decir, de ruptura con la tradición de veneración de las sagradas imágenes -incluso de Jesús, no sólo de los santos-, que tan arraigada estaba en el cristianismo ya en esos siglos. Las causas del inicio de esa nueva política religiosa no están del todo claras, pero lo cierto es que el conflicto se fue agravando y perduró por más de cien años, a pesar incluso de los decretos del Segundo Concilio Ecuménico de Nicea (787) que condenaba por completo la iconoclasia.

Naturalmente, entre los mayores afectados por las persecuciones -más o menos violentas según los ritmos de la larga polémica- estuvieron los monjes, muy influyentes sobre todo en la tradición oriental, quienes desde sus claustros brindaban o retiraban el apoyo a la política religiosa -y a través de ella muchas veces a la política general- del Imperio. La tradición menológica, es decir, el recuerdo de los distintos santos que jalonan el calendario litúrgico, trae decenas de nombres, algunos de los cuales son para nosotors sólo eso: un nombre; de otros hay un más amplio conocimiento, por haber tenido un destacado papel en la controversia -como podríamos citar a san Teodoro Estudita-; y finalmente de otros nos ha quedado el nombre unido al recuerdo vago de lo que le tocó padecer en la persecución.

Es éste el caso de Juan de Afusia. Su recuerdo nos viene de una mención en un menologio griego, y fue recogida por el Card. Baronio cuando organizó el primer Martirologio Romano. No sabemos exactamente cuándo debe ubicarse su gesta como confesor, es decir, no directamente como mártir, sino muerto como secuela de los grandes sufrimientos y pruebas que tuvo que padecer. El menologio señala que «era abad del Monasterio de los Catharos, y en tiempos del emperador León, por su defensa de las imágenes, fue desterrado», no sin exhortar a los Padres y Hermanos del monasterio a permanecer firmes en la fe ortodoxa. Permaneció en el exilio dieciocho meses, aprisionados los pies. Luego fue llevado a presencia del Emperador en triunfo, pero allí no se retractó de la doctrina, y luego de soportar más vejaciones fue relegado junto con otros a la isla de Afusia, donde murió al cabo de dos años y medio de sufrimientos.

El emperador León al que se refiere, posiblemente sea León V el Armenio, que subió al trono en el 813 y desató una etapa de feroz persecución, luego de un período de breve calma con su predecesor, que no era iconoclasta. Así que de ser cierta esta identificación, Juan de Afusia tuvo que haber muerto entre el 813 y el 820, período en el que gobernó el emperador citado. No han llegado a nosotros referencias más amplias. En la tradición ortodoxa es llamado también «Juan Homologuetés», es decir, «Juan el Confesor».

Ver Acta Sanctorum, abril, III, págs. 495 y 496, donde se transcriben enteras las noticias menológicas, así como la discusión sobre las fechas posibles de muerte del santo.