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San Juan Jones, presbítero y mártir

12 de julio

Juan Jones, que en religión llevó el nombre de Godofredo Mauricio y fue conocido en la misión inglesa con el pseudónimo de Juan Buckley, procedía de una familia católica de Clynog Fawr, en Caernarvonshire. Después de recibir en Roma el hábito de los Frailes Menores de la Observancia, fue enviado a la misión inglesa en 1592, a petición propia. Estuvo algún tiempo en Londres y ejerció el ministerio sacerdotal en diversas regiones hasta 1596. En dicho año, fue arrestado por orden del famoso perseguidor Topcliffe, quien le sometió a crueles torturas. Durante los dos años que pasó en la prisión, el P. Juan consiguió reconciliar con la Iglesia a Juan Rigby, quien durante algún tiempo había practicado el protestantismo y, posteriormente, en 1600, murió por la fe y fue canonizado.

El 3 de julio de 1598, tuvo lugar el juicio de Juan, por haber regresado a Inglaterra para ejercer su oficio de sacerdote. Juan protestó que jamás había cometido traición alguna, apeló a la conciencia de los jueces, haciendo a un lado a los ignorantes miembros del jurado. El abogado Clinch hizo notar que, según la ley, era reo de traición, a lo que el acusado replicó: «Si ser sacerdote y venir a Inglaterra a ganar almas para Cristo es un crimen, entonces soy reo de traición». El sitio que se designó para la ejecución fue Saint Thomas Waterings, en el antiguo camino de Kent. No mucho tiempo antes, los peregrinos que iban al santuario de santo Tomás Becket, solían hacer ahí el primer alto y abrevar sus monturas en un estanque, según cuenta Chaucer en el prólogo de «Canterbury Tales». El condenado fue conducido hasta ahí en una jaula, pero el verdugo había olvidado la cuerda, y la ejecución se retrasó una hora. El P. Juan la aprovechó para elevar sus plegarias y declarar a la multitud que todos los días oraba por la reina. La cabeza del mártir fue expuesta en Southwark, y sus miembros en los caminos de Lambeth y Newton. Dos jóvenes fueron apresados por haber intentado rescatar las reliquias, pero otros lo consiguieron.

Challoner, Memoires of Missionary Priests, pp. 234-239; Publications de la Catholic Record Society, vol. y, pp. 362-375; The Rambler, enero de 1859, pp. 49-55; Mason, Certamen Seraphicum (ed. 1885), p. 17.