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San Procopio, abad

25 de marzo

Es uno de los santos patronos de Bohemia (que abarcaba los actuales territorios de República Checa, Chechenia, etc.), y su iconografía es abundante en la región, especialmente del legendario episodio según el cual ató al demonio al arado y lo hizo tirar de él. Hay escritas en la antigüedad unas ocho vidas del santo, la primera de las cuales data del 1061-67 (es decir, casi contemporánea), algunas en lengua bohemia, unas en verso, otras en prosa. Lamentablemente, estas diversas «Vida» dan noticias diferentes, e incluso contrastantes, a la vez que mezclan sucesos históricos y datos legendarios. A partir de todas ellas puede, sin embargo, intentar trazarse una semblanza.

Procopio nació hacia el 975 en el castillo de Kourim, y recibió su instrucción en letras eslavas en Vysehard, que era el centro administrativo y eclesiástico de Bohemia, y donde funcionaba una famosa escuela de lengua eslava. En aquellos años en torno a su nacimiento, Bohemia pertenecía, eclesiásticamente hablando, a la diócesis de rito latino de Ratisbona, y desde aquel año había quedado erigida la nueva diócesis latina de Praga; pero hasta este hecho, los duques de Bohemia sostuvieron firmemente que se usase la liturgia eslava.

Procopio fue sacerdote diocesano de vida honesta y casta, dedicada al servicio de Dios. Después de la ordenación fue recibido por los canónigos de Vysehard en la iglesia de San Clemente. Según los usos de su tiempo y lugar, era casado, y tenía un hijo llamado Jimram (Emeramo), que más tarde será monje en el monasterio de su padre. Porque como sucedió tantas veces en la época, influenciada por el gran movimiento benedictino, también Procopio se sintió atraido por el ascetismo de los benedictinos, y se hizo monje, casi seguro en el monasterio de Brevnov, uno de los dos existentes en aquella época en Bohemia.

Pero después de un breve tiempo, Procopio pidió a sus superiores poder dedicarse a una vida más austera, y con su permiso se retiró a la soledad en una gruta junto al río Sázava, a unos tres kilómetros de su castillo natal de Kourim. En el 1009 aproximadamente, construyó una pequeña iglesia dedicada a la Madre de Dios y a San Juan Bautista. Entregado a la oración y la meditación, no desdeñó sin embargo la regla benedictina de «ora et labora», y se abocó a deforestar el entorno con el objeto de conseguir un área cultivable. Y aquí se inserta la leyenda aludida más arriba, según la cual obligó al demonio que lo tentaba a tirar del arado en lugar suyo.

Al igual que con muchos otros santos eremitas, era visitado por muchos peregrinos, con los cuales hablaba de las cosas de la fe, curaba sus enfermedades con hierbas; por lo que fue natural que algunos se le quisieran unir en esa vida de oración y penitencia, lo que dio inicio a una pequeña villa de eremitas. El nombre bohemio actual de la ciudad significa «las chozas negras», y recuerda posiblemente estos orígenes. Un día el duque Ulderico, siguiendo un ciervo por el bosque se perdió, y topó con Procopio; de tal encuentro nació una amistad, y el duque favoreció la construcción de un monasterio, entre cuyos monjes estuvieron el hijo y el sobrino de Procopio. Jimram y Vito.

Fue más tarde promovido a su pesar a la dignidad abacial. Como tal, promovió en su monasterio el uso de la Regla de San Benito, pero la  lengua litúrgica siguió siendo la eslava. Bajo su guía, los monjes, además de las tareas normales, se dedicaban a obras literarias y artísticas, estrechando más las relaciones con el mundo eslavo.

Murió el 25 de marzo del 1053. El obispo de Praga Séber se ocupó de su sepultura, y los monjes lo veneraron inmediatamente como santo. Su «elevación» -el modo como se llamaba en aquel momento a la canonización realizada por un obispo- se realizó 40 años después, en 1093, pero no fue reconocida, seguramente por haber sido realizada sólo por el abad de Bozetech. Sin embargo, finalmente fue canonizado por el papa Inocencio III el 4 de julio de 1204; se cuenta que el papa se avino a realizar la canonización después de que tuvo un sueño en el que Procopio le pegaba en la cabeza con el báculo abacial. Sus reliquias fueron trasladadas en 1588 del monasterio a Praga, a la iglesia de Todos los Santos en el castillo real, aunque en 1669 fue traído de nuevo a Sázava un brazo del santo.

Traducido para ETF, con algunos cambios, de un artículo de Antonio Borrelli.