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San Romarico, abad

Romarico de Remiremont

En nuestro artículo sobre san Amado de Remiremont (13 de septiembre), relatamos cómo convirtió a un noble merovingio llamado Romarico, que ingresó en el monasterio de Luxeuil. Allí mismo decíamos que Romarico se había trasladado más tarde a sus posesiones de Habendum en los Vosgos, junto con san Amado y había fundado allí el monasterio que se llamó después Remiremont (es decir, Monte de Romarico). El padre de nuestro santo perdió la vida y todas sus posesiones a manos de la reina Brunequilda. Romarico, que era entonces muy joven, se convirtió en un vagabundo. Sin embargo, cuando conoció a san Amado, era ya un personaje distinguido de la corte de Clotario II, con una fortuna considerable y numerosos esclavos a los que posteriormente devolvió la libertad. Según se cuenta, varios de los libertos recibieron la tonsura junto con san Romarico, en Luxueil. El monasterio de Remiremont fue fundado el año 620. El primer abad fue san Amado; pero, pronto, san Romarico le sucedió en el cargo y lo desempeñó durante treinta años, hasta su muerte. Como las comunidades eran muy numerosas, el santo pudo establecer en el monasterio la «laus perennis». San Amado había aprendido en Agaunum esa costumbre, que consistía en dividir a los monjes en siete coros, de suerte que pudiesen cantar el oficio divino por turno día y noche, sin cesar.

Uno de los primeros monjes de Remiremont fue un amigo de Romarico, san Arnulfo de Metz, quien murió el año 629 en una ermita de los alrededores. Poco antes de morir, san Romarico se enteró de que Grimoaldo, que era hijo de otro amigo suyo, Pipino de Landen, tramaba una conspiración para impedir que el joven príncipe Dagoberto ocupase el trono de Austrasia. Aunque era ya muy anciano, el santo abad fue a Metz a reprender a Grimoaldo y a los nobles que apoyaban su causa. Los conspiradores le escucharon sin pronunciar palabra, le trataron con suma cortesía y le enviaron nuevamente a su monasterio. San Romarico murió tres días después. En 1051, el papa san León IX, que era un gran bienhechor de Remiremont, permitió que fuesen entronizadas las reliquias del santo. La actual población de Remiremont se halla en el sitio al que se trasladó el monasterio de religiosas a principios del siglo X. Los monjes permanecieron en el monasterio de la colina próxima, hasta la Revolución Francesa.

Existen dos biografías del santo, la primera puede verse en Mabillon, pero B. Krusch hizo una edición crítica moderna, en Monumenta Germaniae Historica, Scriptores Merov., vol. IV, pp. 221-225; véase también G. Kurth, Dissertations académiques, vol. I (1888).