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San Segismundo de Borgoña, rey

Sigmundo

La vida de este santo es digna de inscribirse entre los grandes santos, arrepentidos de su pasado. Era hijo del rey de los borgoñeses, Gundobaldo, mas ya de príncipe gobernaba una parte del territorio, con Ginebra como capital, y fue en este período que se convirtió del arrianismo al catolicismo (después del 501) por obra de san Avito; fue el primer rey barbaro de la Galia en convertirse. En el 516, después de la muerte de su padre, llega a ser rey, se mostró un ferviente católico, y tomó posiciones contra los arrianos, pidiendo el apoyo del lejano emperador de Constantinopla, Anastasio.

Pero un grave delito ensombreció su iluminada obra: él tenía un hijo, Sigerico, nacido de su primera mujer, que no gozaba de la simpatía de la segunda; ella persuadió al rey de que el hijo atentaba contra la vida de su padre para apoderarse del reino. Entonces Segismundo hizo estrangular al joven en su presencia (522). Pero apenas realizado el criminal acto, se abalanzó sobre el cuerpo de su hijo llorando amargas lagrimas de arrepentimiento. Aconsejado de llorar su pecado, para expiarlo se retiró en penitencia al monasterio de Agaune, en Suiza, fundado por él mismo. Al período de su estancia en Agaune se vincula el nacimiento de la «Laus perennis», un canto litúrgico ininterrumpido, cantado en turnos por los monjes.

Este episodio, que muestra la pasionalidad y violencia propias de una época bárbara, es narrado por san Gregorio de Tours en su Historia Francorum.

El delito de Segismundo atrajo sobre él y sobre Borgoña una serie de males; se volvió en su contra el abuelo del joven Sigerico, Teodorico el Grande, y así quedó sin apoyos contra los pretendientes francos que querían conquistar el último reino germánico independiente que quedaba en la Galia. Hubo una guerra y Segismundo fue hecho prisionero junto a su mujer e hijos por el rey franco Clodomiro, que los llevó a Orleans. Al fin fueron arrojados a un pozo cercano a la ciudad, que desde entonces lleva el nombre de Segismundo (Loiret).

Este rey convertido, por por haber cometido un grave delito, que expió con duras penitencias, y sufrió luego una muerte violenta, fue pronto considerado un mártir y su cuerpo transportado a Agaune, para ser finalmente llevado a Praga. Su culto está difundido por toda Europa, y dio lugar a muchas obras de arte, que lo representan en su dignidad real. El Martirologio Romano actual, aunque recoge el culto, no lo cataloga como mártir.

Traducido para ETF, con algunos cambios, de un artículo de Antonio Borrelli. Ver la «Passio Sancti Sigismundi», escrita por un monje de Agaunum, que constituye, al decir de Butler, un valioso documento histórico. Puede leerse en Acta Sanctorum, mayo, vol. I; pero -señala el mismo santoral- es mejor la edición que hizo Bruno Krusch en Monumenta Germaniae Historica, Scriptores Merov., vol. II, pp. 333-340. También Gregorio de Tours da algunos datos sobre el santo en Historia Francorum, vol. III, y en De Gloria Martyrum, c. 74.