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San Simeón de Lipnica, religioso presbítero

Simón de Lipnicza

Simón nació en Lipnica Murowana, en Polonia, hacia 1435. Cuando niño era muy serio, de modo que parecía precozmente maduro. Rehuía la compañía de los muchachos y se refugiaba en la iglesia a orar a la Madre de Dios, a la cual tenía una especial devoción: se distinguía por la piedad y el amor al estudio.

En 1454, terminados los estudios en la escuela parroquial, se inscribió en la academia de Cracovia, que en ese entonces gozaba de la presencia edificante de San Juan de Capistrano, misionero y predicador que entusiasmaba a la ciudad con la santidad de su vida y sus predicaciones, y el 8 de septiembre de 1453 había fundado en Cracovia el primer convento de Hermanos Menores dedicado a San Bernardino. La enseñanza del Santo tuvo un influjo decisivo sobre el joven Simón, que le pidió ser admitido en la convento.

En 1457, obtenido el bachillerato, ya no pensó más en otros estudios e ingresó al convento de San Bernardino, donde, hecho el noviciado, la profesión y los estudios respectivos, fue ordenado sacerdote en 1465.

Ejerció el sacerdocio primero en el convento de Cracovia, en 1465 era guardián en Tarnow y tomó parte en el capítulo provincial de Cracovia; en 1467 está como predicador en el convento de Stradom, donde adquirió fama de insigne orador, que explicaba con gran agudeza los puntos más difíciles de las Sagradas Escrituras. Su palabra llena de ardor, de fe, de sabiduría, y siempre límpida, conmovía profundamente a los oyentes; los pecadores más impenitentes volvían a casa con el propósito de enmendarse, los otros abandonaban el mundo para servir a Dios. En 1463 desempeñó el oficio de predicador en la catedral de Wawel. Su lema era: «orar, trabajar, esperar».

En mayo de 1472 junto con un grupo de religiosos polacos fue a Aquila para la solemne traslación del cuerpo de san Bernardino de Siena de la iglesia de San Francisco al templo erigido en su honor. En 1478 fue elegido definidor de Cracovia, tomó parte en el capítulo general de Pavía, luego viajó a Roma y de allí a Tierra Santa. Esta peregrinación era una penitencia y respondía a una necesidad de su vida interior y su anhelo del martirio.

En julio de 1482 en Cracovia se desató una epidemia que duró hasta el seis de enero del año siguiente y causó muchas víctimas. Cada día sucumbían más de cien personas. Los franciscanos se prodigaron en la atención a los enfermos. Simón no abandonó la ciudad sino que acudió en ayuda de los hermanos enfermos. Con un acto heroico ofreció al Señor su vida para hacer cesar la grave epidemia, y fue escuchado. A su muerte, la epidemia cesó. Enfermó gravemente, soportando con extraordinaria paciencia terribles sufrimientos. Después de seis días de enfermedad, el 18 de julio de 1482, con los ojos fijos en la cruz, entregó su alma a Dios. Tenía 47 años. Recibió culto popular, y su aprobación como beato se produjo en 1685. SS. Pío XII retomó la causa de canonización, que llegó a feliz término en el pontificado de SS. Benedicto XVI, y así, fue canonizado el 3 de junio de 2007.