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Santa Antusa, monja y confesora

Anthusa

Con el nombre de Anthusa -o Antusa-, hay en la tradición cinco santas (no en el Martirologio Romano, que hay sólo dos), todas orientales. La más célebre es Anthusa de Constantinopla, hija del emperador Constantino V Coprónimo, casi contemporánea a la que hoy celebramos, y que no debe confundirse con ella. La que celebramos hoy nació al inicio del siglo VIII, probablemente en la Honoríada (provincia de Anatolia a orillas del Mar Negro); sus padres se llamaban Strategio y Febronia, y por muchos años llevó vida eremítica conforme a las enseñanzas del anacoreta Sisinnio.

Luego fundó en la zona dos monasterios, uno para hombres, en Mantinea, cerca de Claudiópolis, con una iglesia dedicada a los apóstoles, y otro para mujeres, erigido en una islita del vecino lago de Efteni-Göl, con una iglesia dedicada a la Virgen; el monasterio masculino era agregado al femenino (es decir que la abadesa regía a los dos).

Llegó el tiempo del emperador Constantino V Coprónimo (741-775), que con rigor persecutorio quiso imponer las decisiones del concilio local de Hieria del 754, que condenaba las imágenes sagradas. Los monjes fueron más castigados que el resto, y eso dio a Constantino V tan desagradable sobrenombre (en griego «kopros» significa excremento). También la virgen Anthusa fue acusada de venerar las imágenes sacras, rechazando la apostasía de los iconoclastas, y así fue duramente perseguida y enviada al exilio.

Pero Anthusa había predicho a la emperatriz Irene, mujer de Constantino V, un buen parto de gemelos, y cuando ésta dio a luz un varón y una niña, y a pesar de haber sido un parto difícil, pudo sobrellevarlo bien y llegó a un feliz desenlace, recibió de parte de la emperatriz grandes honores, e incluso se le puso el nombre de Anthusa a la niña (es la santa que mencionamos al inicio). Liberada de la persecución y vuelta célebre en todo el imperio, volvió a su monasterio de Mantinea, donde, después de haber hecho muchos milagros, entregó su alma a Dios en la segunda mitad del siglo VIII, en torno al 777.

Traducido -con escasos cambios- para ETF de un artículo de Antonio Borrelli.