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Santos Domingo Nguyen Van Hanh y Bernardo Vu Van Due, presbíteros y mártires

1 de agosto

Estos dos venerables sacerdotes, dominico el uno y diocesano el otro, fueron ejecutados en Nam-Dinh el 1 de agosto de 1838. El martirio se produjo por decapitación. Ambos se habían negado firmemente a apostatar y ambos habían dedicado su vida al servicio del Señor. Fueron canonizados por el papa Juan Pablo II el 19 de junio de 1988.

Domingo Nguyen Van Hanh, llamado también Dieu o Dien, había nacido en Nghe-Anh y había sido acogido por el santo obispo Clemente Ignacio Delgado siendo muy joven para que sirviera a la misión. Sus buenas cualidades y actitudes le hacían apto para el sacerdocio y el joven fue aceptado para prepararse al mismo, pero sintió la vocación religiosa y pidió ser admitido en la Orden de Predicadores, en la que hizo el noviciado y pronunció los votos religiosos el 22 de agosto de 1826. Posteriormente completó sus estudios y fue ordenado sacerdote, ejerciendo con gran celo desde entonces su ministerio. Llegada la persecución se escondió, pero fue traicionado por dos personas falsas amigas y fue capturado el 8 de junio de 1838. Encerrado en la cárcel de Nam-Dinh, se le intimó en numerosas ocasiones para que apostatara y se le aplicó varias veces el tormento de los azotes, derramando abundante sangre, pero sin que nunca titubeara o mostrara la menor debilidad en la profesión de la fe. Por fin fue juzgado y condenado a muerte el 28 de junio de aquel mismo año y quedó en la cárcel a la espera de la confirmación real de la condena de muerte, siendo ejecutado cuando ésta llegó.

Bernardo Vu Van Due había nacido en Quan-Anh hacia 1755 en el seno de una familia cristiana. De niño ya sintió la vocación sacerdotal. Hechos los estudios fue ordenado por san Clemente Ignacio Delgado. Trabajó seguidamente muchos años como buen ministro del Señor y era ya muy anciano y estaba sordo y casi ciego cuando estalló la persecución. Vivía retirado en la población de Trung-Lé. Llegados allí los soldados, destruyeron la misión y buscaron a los misioneros. Los cristianos intentaron salvarlo escondiéndolo en sus casas, pero cuando el anciano supo que el vicario apostólico había sido detenido, comenzó a dar voces diciendo que él era cristiano. Para no delatarlo ni tenerlo en casa, pues sus gritos eran un peligro para sus hospedadores, lo llevaron a la choza de un leproso, donde por fin fue localizado y arrestado. Llevado a la cárcel de Nam-Dinh se mantuvo firme en la confesión de la fe, y pese a que querían salvarlo por ser tan anciano, no hubo modo de que apostatara. El día 28 de junio de 1838 fue condenado a muerte, lo que era ilegal pues estaba vedado por la ley ejecutar a los ancianos. Pero las autoridades locales insistieron en que había que dar con él un escarmiento y el rey confirmó la sentencia.