La vocación al sacerdocio y a la vida religiosa
Dios, que ha creado al hombre por amor, lo ha llamado también al amor, vocación fundamental e innata de todo ser humano, porque el hombre fue creado a semejanza de Dios, que es amor. Desde su nacimiento, cada persona está destinada a la bienaventuranza eterna, el Cielo. Dios crea a cada uno con un propósito, una misión. Esa misión es lo que se conoce como vocación. Catecismo de la Iglesia Católica, 1604, 1703
Dios ha querido para cada uno un proyecto único e irrepetible, pensado desde toda la eternidad. El Catecismo de la Iglesia Católica habla de la vocación a la bienaventuranza, en definitiva, a la santidad, a la unión con Dios que nos hace participar de Su felicidad y nos ama con totalidad y sin condiciones. Dentro de esta vocación común, Dios invita a cada uno a recorrer la vida junto a Él por un camino concreto. A algunos llama al sacerdocio ministerial, a otros a la vida religiosa, y a otros, los laicos, los llama a encontrarle en la vida ordinaria. Dios llama a todos y a algunos con una misión específica, pensada personalmente para ellos. ««Cada uno por su camino», dice el Concilio. Lo que interesa es que cada creyente discierna su propio camino y saque a la luz lo mejor de sí, aquello tan personal que Dios ha puesto en él (cfr. 1 Co 12, 7). El contexto en el que una persona puede descubrir su vocación es el de la oración, es decir, la relación viva y personal con Dios. La oración es absolutamente necesaria para la vida espiritual. En la oración se actualiza la fe en la presencia de Dios y de su amor. Se fomenta la esperanza que lleva a orientar la vida hacia Él y a confiar en su providencia. Nuestro modelo es el Señor. Con su oración, Jesús nos enseña a orar, a descubrir la voluntad de nuestro Padre Dios y a identificarnos con ella.
Para el joven Samuel, así como para cada hombre y mujer, la vocación, aunque tenga momentos fuertes y privilegiados, conlleva un largo viaje. A los jóvenes les fascina la aventura del descubrimiento progresivo de sí mismos. Aprenden de buena gana de las actividades que desempeñan y de los encuentros y las relaciones, implicándose en la vida cotidiana. Sin embargo, necesitan que se les ayude a dar unidad a las diversas experiencias y a leerlas desde una perspectiva de fe, venciendo el riesgo de la dispersión y reconociendo los signos a través de los que Dios habla. Muchos jóvenes se sienten atraídos por la figura de Jesús. Su vida les parece buena y bella, porque es pobre y sencilla, hecha de amistades sinceras y profundas, entregada por sus hermanos y hermanas con generosidad, nunca cerrada a nadie sino siempre disponible a donarse. La vida de Jesús sigue siendo hoy profundamente atractiva y fuente de inspiración; para todos los jóvenes es una provocación que interpela. La Iglesia sabe que esto se debe al hecho que Jesús vive un vínculo profundo con cada ser humano, porque «Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la grandeza de su vocación»
La vocación es el eje entorno al que se integran todas las dimensiones de la persona. Este principio no concierne solo a cada creyente, sino también a la pastoral en su conjunto. Por lo tanto, es muy importante explicar que, solo en la dimensión vocacional, toda la pastoral puede encontrar un principio unificador, porque en ella descubre su origen y su cumplimiento. En los caminos de conversión de la pastoral en curso, se pide animar toda la pastoral de la Iglesia presentando con eficacia la variedad de las vocaciones. En efecto, el objetivo de la pastoral es ayudar a todos y a cada uno, mediante un camino de discernimiento, a alcanzar la «madurez que corresponde a la plenitud de Cristo» .
VOCACION SACERDOTAL
Cuando hablamos de la vocación al sacerdocio, hablamos de un misterio de amor entre un Dios que llama por amor y un hombre que le responde libremente y por amor. También es un llamado a ser puente entre Dios y los hombres, un llamado a seguir en el mundo para salvarlo. La vocación al sacerdocio es la decisión de un futuro sacerdote que quiere dedicar su vida a ayudar a sus hermanos, a salvar sus almas y a hacer este mundo más como Dios lo pensó.
El sacerdote es un hombre llamado por Jesús a ser todo para todos. Ser joven y católico en esta sociedad es un reto apasionante. Estamos sometidos a un bombardeo continuo que nos incita al consumismo, al placer efímero, a la apetencia del momento, la inmediatez prima por encima del esfuerzo y del sacrificio. El ideal de la felicidad y su búsqueda queda desfigurado en la vorágine diaria del momento. Pero, ¿Dónde queda en todo esto nuestra docilidad a los planes de Dios? La verdadera vocación del hombre es la vocación a la felicidad plena vivida en Comunión con Dios.
VIDA RELIGIOSA
Es el seguimiento evangélico de Cristo. Es seguir a Cristo de una manera radical según el Evangelio, en pobreza, castidad y obediencia, en comunidad de vida fraterna y apostólica. La misión de muchos consagrados y consagradas que cuidan de los últimos en las periferias del mundo manifiesta concretamente la dedicación de una Iglesia en salida. Pese a que en algunas regiones se experimente una disminución numérica y la fatiga del envejecimiento, la vida consagrada sigue siendo fecunda y creativa, en corresponsabilidad con numerosos laicos que comparten el Espíritu y la misión de los diversos carismas. La Iglesia y el mundo no pueden prescindir de este don vocacional, que constituye un gran recurso para nuestro tiempo. Todo cristiano por el hecho de serlo está llamado a vivir imitando a Cristo, pero el religioso lo vive con radicalidad, no de una manera afectiva solamente, como se pide a todo seguidor de Cristo, sino de una manera efectiva. La vida religiosa es y se define como: SEGUIR A CRISTO, SIENDO ANTE TODO LLAMADOS POR EL, Recordando que la iniciativa es suya. Un llamado que resuena en el corazón del hombre y que demanda de este una respuesta.
SEGUIR A CRISTO ES VIVIR CON EL , VIVIENDO AL MISMO TIEMPO CON OTROS SEGUIDORES SUYOS EN COMUNION. La Comunidad es común unidad de cada uno y de todos con Cristo y en Cristo. Cristo es bien común de todos y de cada uno. SEGUIRLE ES COMPARTIR SU MISION: MC 3,14 » y los llamó para que estuvieran con el y para enviarlos a predicar». SEGUIR A CRISTO ES VIVIR COMO EL = POBRE, VIRGEN Y OBEDIENTE. Dejarse invadir por su Espíritu, asimilar su manera de pensar su escala de valores, identificarse con sus mismos sentimientos. SEGUIR A CRISTO ES SER PERPETUO DISCIPULO = DOCILIDAD. SEGUIRLE ES ESTAR DISPUESTOS A TODO POR EL = DISPONIBILIDAD TOTAL. Implica estar dispuestos a perderlo todo por El , » todo lo considero basura con tal de ganar a Cristo» dirá el apóstol. (Flp 3,8). SEGUIRLE ES FIARSE DE EL SIN OTRA GARANTIA QUE EL MISMO = FE. Creer en El con FE total Jn 20,29 » dichosos los que no han visto y han creído «; 1Ped 1,8-9. Apoyarse exclusivamente en El , fiarse de él sin posible vacilación. Creer en su amor, en su poder cuando todo parezca irremediablemente perdido. SEGUIRLE IMPLICA UNA DECISION PERSONAL QUE COMPROMETE TODA LA VIDA. SEGUIRLE ES IMITARLE