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Temamos, pues, alguna vez, que dejando la promesa de la entrada en su Reposo, parezca alguno de vosotros haberse apartado.
- 2
Porque tambiĂ©n a nosotros nos ha sido anunciado como a ellos; mas no les aprovechĂł el oĂr la palabra a los que la oyeron sin mezclar fe.
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(Pero entramos en el Reposo los que hemos creĂdo,) de la manera que dijo: AsĂ que les jurĂ© en mi ira, no entrarán en mi Reposo, aun acabadas las obras desde el principio del mundo.
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Porque en un cierto lugar dijo asĂ del sĂ©ptimo dĂa: Y reposĂł Dios de todas sus obras en el sĂ©ptimo dĂa.
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Y otra vez aquĂ: No entrarán en mi Reposo.
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Asà pues, resta que algunos han de entrar en él, y que aquellos a quienes primero fue anunciado, no entraron por causa de la incredulidad,
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Determina otra vez un cierto dĂa, diciendo : HOY por David tanto tiempo despuĂ©s, como está dicho: Si oyereis HOY su voz, no endurezcáis vuestros corazones.
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Porque si JesĂşs les hubiera dado el Reposo, no hablarĂa despuĂ©s de otro dĂa.
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AsĂ que queda el sabatismo para el Pueblo de Dios.
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Porque el que ha entrado en su Reposo, también él ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas.
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Apresurémonos, pues, de entrar en aquel Reposo, que ninguno caiga en semejante ejemplo de incredulidad.
- 12
Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos; y que alcanza hasta partir el alma y el espĂritu, y las coyunturas, y los tuĂ©tanos; y que discierne los pensamientos y las intenciones del corazĂłn.
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Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes todas las cosas están desnudas y abiertas a sus ojos, de lo cual hablamos.
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Por tanto, teniendo un gran Sumo Sacerdote, que penetrĂł los cielos, JesĂşs el Hijo de Dios, retengamos esta profesiĂłn (de nuestra esperanza).
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Porque no tenemos Sumo Sacerdote que no se pueda compadecer de nuestras flaquezas; mas tentado en todo segĂşn nuestra semejanza, PERO SIN PECADO.
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Lleguémonos pues confiadamente al trono de su gracia, para alcanzar misericordia, y hallar gracia para la ayuda oportuna.