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Y aconteció en aquellos días que salió edicto de parte de Augusto César, que toda la tierra fuese empadronada.
- 2
Este empadronamiento primero fue hecho siendo Cirenio gobernador de Siria.
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E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad.
- 4
Y subió José de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David;
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Para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta.
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Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento.
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Y dio a luz a su hijo primogénito, y le envolvió en pañales, y le acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.
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Y había pastores en la misma tierra, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño.
- 9
Y he aquí el ángel del Señor vino sobre ellos, y la claridad de Dios los cercó de resplandor; y tuvieron gran temor.
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Mas el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy evangelio de gran gozo, que será a todo el pueblo;
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que os es nacido hoy Salvador, que es Cristo, el Señor, en la ciudad de David.
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Y esto os será por señal: hallaréis al niño envuelto en pañales , acostado en un pesebre.
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Y repentinamente hubo con el ángel una multitud de los ejércitos celestiales, que alababan a Dios, y decían:
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Gloria en las alturas a Dios, Y en la tierra paz, y en el hombre buena voluntad.
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Y aconteció que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores dijeron los unos a los otros: Pasemos pues hasta Belén, y veamos esto que ha acontecido, y el Señor nos ha mostrado.
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Y vinieron aprisa, y hallaron a María, y a José, y al niño acostado en el pesebre.
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Y viéndolo, hicieron notorio lo que les había sido dicho del niño.
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Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían.
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Mas María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
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Y se volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios de todas las cosas que habían oído y visto, como les había sido dicho.
- 21
Y pasados los ocho días para circuncidar al niño, llamaron su nombre JESÚS; el cual le fue puesto por el ángel antes que él fuese concebido en el vientre.
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Y cuando se cumplieron los días de su purificación, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor,
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(Como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz, será santo al Señor),
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y para dar la ofrenda, conforme a lo que está dicho en la ley del Señor: un par de tórtolas, o dos palominos.
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Y he aquí, había un hombre en Jerusalén, llamado Simeón, y este hombre, justo y pío, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo era sobre él.
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Y había recibido respuesta del Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Cristo del Señor.
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Y vino por el Espíritu al templo. Y cuando metieron al niño Jesús sus padres en el Templo, para hacer por él conforme a la costumbre de la ley.
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Entonces él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, y dijo:
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Ahora despides, Señor, a tu siervo, Conforme a tu palabra, en paz;
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porque han visto mis ojos tu Salud,
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la cual has aparejado en presencia de todos los pueblos;
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lumbre para ser revelada a los gentiles, y la gloria de tu pueblo Israel.
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Y José y su madre estaban maravillados de las cosas que se decían de él.
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Y los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: He aquí, éste es puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel; y para señal a la que será contradicho;
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(y una espada traspasará tu misma alma), para que sean manifestados los pensamientos de muchos corazones.
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Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser; la cual había venido en grande edad, y había vivido con su marido siete años desde su virginidad;
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y era viuda hacía ochenta y cuatro años, que no se apartaba del Templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones.
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Y ésta, sobreviniendo en la misma hora, juntamente confesaba al Señor, y hablaba de él a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.
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Y cuando cumplieron todas las cosas según la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.
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Y el niño crecía, y era confortado del Espíritu, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él.
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E iban sus padres todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua.
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Y cuando fue de doce años, subieron ellos a Jerusalén conforme a la costumbre de la Fiesta.
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Y acabados los días, volviendo ellos, se quedó el niño Jesús en Jerusalén, sin saberlo José y su madre.
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Y pensando que estaba en la compañía, anduvieron camino de un día; y le buscaban entre los parientes y entre los conocidos;
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mas como no le hallasen, volvieron a Jerusalén buscándole.
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Y aconteció, que después de tres días le hallaron en el Templo, sentado en medio de los doctores, oyéndoles y preguntándoles.
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Y todos los que le oían, estaban fuera de sí de su entendimiento y de sus respuestas.
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Y cuando le vieron, se sorprendieron; y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con dolor.
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Entonces él les dice: ¿Qué hay? ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios que son de mi Padre me conviene estar?
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Mas ellos no entendieron la palabra que les habló.
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Y descendió con ellos, y vino a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.
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Y Jesús crecía en sabiduría, y en edad, y en gracia para con Dios y los hombres.