Se puede hablar de Dios a todos y con todos, partiendo de las perfecciones del hombre y las dem谩s criaturas, las cuales son un reflejo, si bien limitado, de la infinita perfecci贸n de Dios. Sin embargo, es necesario purificar continuamente nuestro lenguaje de todo lo que tiene de fantasioso e imperfecto, sabiendo bien que nunca podr谩 expresar plenamente el infinito misterio de Dios.