La moralidad de los actos humanos depende de tres fuentes: <i>del objeto elegido</i>, es decir, un bien real o aparente; <i>de la intención</i> del sujeto que actúa, es decir, del fin por el que lleva a cabo su acción; y <i>de las circunstancias</i> de la acción, incluidas <i>las consecuencias </i>de la misma.