La Tradición Apostólica se realiza de dos modos: con la transmisión viva de la Palabra de Dios (también llamada simplemente Tradición) y con la Sagrada Escritura, que es el mismo anuncio de la salvación puesto por escrito.
La transmisión viva de la Palabra de Dios es la manera en que la Iglesia ha conservado y transmitido la enseñanza de los apóstoles desde el principio. Esto se refleja en la importancia que se le da a la tradición oral, que es la transmisión de la fe a través de la palabra hablada.
La Sagrada Escritura, por otro lado, es el registro escrito de la revelación de Dios a través de los profetas y apóstoles. Es el testimonio escrito de la fe de la Iglesia y contiene la historia de la salvación, desde la creación hasta la venida de Jesucristo. Como dice San Pablo: > "Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia" (2 Timoteo 3, 16). La Sagrada Escritura y la Tradición están estrechamente relacionadas, ya que la Tradición es la interpretación viva de la Escritura, y la Escritura es el testimonio escrito de la Tradición. Ambas son necesarias para entender la fe de la Iglesia y para vivir según la voluntad de Dios.