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San Ireneo de Lyon, obispo y doctor de la Iglesia

28 de junio

Las obras literarias de san Ireneo le han valido la dignidad de figurar prominentemente entre los Padres de la Iglesia, ya que sus escritos no s贸lo sirvieron para poner los cimientos de la teolog铆a cristiana, sino tambi茅n para exponer y refutar los errores de los gn贸sticos y salvar as铆 a la fe cat贸lica del grave peligro que corri贸 de contaminarse y corromperse por las insidiosas doctrinas de aquellos herejes.

Nada se sabe sobre su familia. Probablemente naci贸 alrededor del a帽o 135, en alguna de aquellas provincias mar铆timas del Asia Menor, donde todav铆a se conservaba con cari帽o el recuerdo de los Ap贸stoles entre los numerosos cristianos. Sin duda que recibi贸 una educaci贸n muy esmerada y liberal, ya que sumaba a sus profundos conocimientos de las Sagradas Escrituras, una completa familiaridad con la literatura y la filosof铆a de los griegos. Tuvo adem谩s, el inestimable privilegio de sentarse entre algunos de los hombres que hab铆an conocido a los Ap贸stoles y a sus primeros disc铆pulos, para escuchar sus pl谩ticas. Entre 茅stos, figuraba san Policarpo, quien ejerci贸 una gran influencia en la vida de Ireneo. Por cierto, que fue tan profunda la impresi贸n que en 茅ste produjo el santo obispo de Esmirna que, muchos a帽os despu茅s, como confesaba a un amigo, pod铆a describir con lujo de detalles, el aspecto de san Policarpo, las inflexiones de su voz y cada una de las palabras que pronunciaba para relatar sus entrevistas con san Juan, el Evangelista, y otros que conocieron al Se帽or, o para exponer la doctrina que hab铆an aprendido de ellos. San Gregorio de Tours afirma que fue san Policarpo quien envi贸 a Ireneo como misionero a las Galias, pero no hay pruebas para sostener esa afirmaci贸n.

Desde tiempos muy remotos, exist铆an las relaciones comerciales entre los puertos del Asia Menor y el de Marsella y, en el siglo segundo de nuestra era, los traficantes levantinos transportaban regularmente las mercanc铆as por el R贸dano arriba, hasta la ciudad de Lyon que, en consecuencia, se convirti贸 en el principal mercado de Europa occidental y en la villa m谩s populosa de las Galias. Junto con los mercaderes asi谩ticos, muchos de los cuales se establecieron en Lyon, ven铆an sus sacerdotes y misioneros que portaron la palabra del Evangelio a los galos paganos y fundaron una vigorosa iglesia local. A aquella iglesia lleg贸 san Ireneo para servirla como sacerdote, bajo la jurisdicci贸n de su primer obispo, san Potino, que tambi茅n era oriental, y ah铆 se qued贸 hasta su muerte. La buena opini贸n que ten铆an sobre 茅l sus hermanos en religi贸n, se puso en evidencia el a帽o de 177, cuando se le despach贸 a Roma con una delicad铆sima misi贸n. Fue despu茅s del estallido de la terrible persecuci贸n de Marco Aurelio, cuando ya muchos de los jefes del cristianismo en Lyon se hallaban prisioneros. Su cautiverio, por otra parte, no les impidi贸 mantener su inter茅s por los fieles cristianos del Asia Menor. Conscientes de la simpat铆a y la admiraci贸n que despertaba entre la cristiandad su situaci贸n de confesores en inminente peligro de muerte, enviaron al papa san Eleuterio, por conducto de Ireneo, 芦la m谩s piadosa y ortodoxa de las cartas禄, con una apelaci贸n al Pont铆fice 芦en nombre de la unidad y de la paz de la Iglesia禄, para que tratase con suavidad a los hermanos montanistas de Frigia. Asimismo, recomendaban al portador de la misiva, es decir, a Ireneo, como a un sacerdote 芦animado por un celo vehemente para dar testimonio de Cristo禄 y un amante de la paz, como lo indicaba su nombre (efectivamente, 芦ireneo禄 significa 芦pac铆fico禄).

El cumplimiento de aquel encargo, que lo ausentaba de Lyon, explica por qu茅 Ireneo no fue llamado a compartir el martirio de san Potino y sus compa帽eros y ni siquiera lo presenci贸. No sabemos cu谩nto tiempo permaneci贸 en Roma, pero tan pronto como regres贸 a Lyon, ocup贸 la sede episcopal que hab铆a dejado vacante san Potino. Ya por entonces hab铆a terminado la persecuci贸n y los veinte o m谩s a帽os de su episcopado fueron de relativa paz. Las informaciones sobre sus actividades son escasas, pero es evidente que, adem谩s de sus deberes puramente pastorales, trabaj贸 intensamente en la evangelizaci贸n de su comarca y las adyacentes. Al parecer, fue 茅l quien envi贸 a los santos F茅lix, Fortunato y Aquileo, como misioneros a Valence, y a los santos Ferrucio y Ferreolo, a Besan莽on. Para indicar hasta qu茅 punto se hab铆a identificado con su reba帽o, basta con decir que hablaba corrientemente el celta en vez del griego, que era su lengua madre.

La propagaci贸n del gnosticismo en las Galias y el da帽o que causaba en las filas del cristianismo, inspiraron en el obispo Ireneo el anhelo de exponer los errores de esa doctrina para combatirla. Comenz贸 por estudiar sus dogmas, lo que ya de por s铆 era una tarea muy dif铆cil, puesto que cada uno de los gn贸sticos parec铆a sentirse inclinado a introducir nuevas versiones propias en la doctrina. Afortunadamente, san Ireneo era 芦un investigador minucioso e infatigable en todos los campos del saber禄, como nos dice Tertuliano, y, por consiguiente, salv贸 aquel escollo sin mayores tropiezos y hasta con cierto gusto. Una vez empapado en las ideas del adversario, se puso a escribir un tratado en cinco libros, en cuya primera parte expuso completamente las doctrinas internas de las diversas sectas para contradecirlas despu茅s con las ense帽anzas de los Ap贸stoles y los textos de las Sagradas Escrituras.

Hay un buen ejemplo sobre el m茅todo de combate que sigui贸, en la parte donde trata el punto doctrinal de los gn贸sticos de que el mundo visible fue creado, conservado y gobernado por seres angelicales y no por Dios, quien seguir谩 eternamente desligado del mundo, superior, indiferente y sin participaci贸n alguna en las actividades del Pleroma (el mundo espiritual invisible). Ireneo expone la teor铆a, la desarrolla hasta llegar a su conclusi贸n l贸gica y, por medio de una eficaz 芦reductio ad absurdum禄, procede a demostrar su falsedad. Ireneo expresa la verdadera doctrina cristiana sobre la estrecha relaci贸n entre Dios y el mundo que 脡l cre贸, en los siguientes t茅rminos: 芦El Padre est谩 por encima de todo y 脡l es la cabeza de Cristo; pero a trav茅s del Verbo se hicieron todas las cosas y 脡l mismo es el jefe de la Iglesia, en tanto que Su Esp铆ritu se halla en todos nosotros; es 脡l esa agua viva que el Se帽or da a los que creen en 脡l y le aman porque saben que hay un Padre por encima de todas las cosas, a trav茅s de todas las cosas y en todas las cosas禄.

Ireneo se preocupa m谩s por convertir que por confundir y, por lo tanto, escribe con estudiada moderaci贸n y cortes铆a, pero de vez en cuando, se le escapan comentarios humor铆sticos. Al referirse, por ejemplo, a la actitud de los reci茅n 芦iniciados禄 en el gnosticismo, dice: 芦Tan pronto como un hombre se deja atrapar en sus "caminos de salvaci贸n", se da tanta importancia y se hincha de vanidad a tal extremo, que ya no se imagina estar en el cielo o en la tierra, sino haber pasado a las regiones del Pleroma y, con el porte majestuoso de un gallo, se pavonea ante nosotros, como si acabase de abrazar a su 谩ngel禄. Ireneo estaba firmemente convencido de que gran parte del atractivo del gnosticismo, se hallaba en el velo de misterio con que gustaba de envolverse y, de hecho, hab铆a tomado la determinaci贸n de 芦desenmascarar a la zorra禄, como 茅l mismo lo dice, Y por cierto que lo consigui贸: sus obras, escritas en griego, pero traducidas al lat铆n casi en seguida, circularon ampliamente y no tardaron en asestar el golpe de muerte a los gn贸sticos del siglo segundo. Por lo menos, de entonces en adelante, dejaron de constituir una seria amenaza para la Iglesia y la fe cat贸licas.

Trece o catorce a帽os despu茅s de haber viajado a Roma con la carta para el papa Eleuterio, fue de nuevo Ireneo el mediador entre un grupo de cristianos del Asia Menor y el Pont铆fice. En vista de que los cuartodecimanos se negaban a celebrar la Pascua de acuerdo con la costumbre occidental, el papa V铆ctor III los hab铆a excomulgado y, en consecuencia, exist铆a el peligro de un cisma. Ireneo intervino en su favor. En una carta bellamente escrita que dirigi贸 al Papa, le suplicaba que levantase el castigo y se帽alaba que sus defendidos no eran realmente culpables, sino que se aferraban a una costumbre tradicional y que, una diferencia de opini贸n sobre el mismo punto, no hab铆a impedido que el papa Aniceto y san Policarpo permaneciesen en amable comuni贸n. El resultado de su embajada fue el restablecimiento de las buenas relaciones entre las dos partes y de una paz que no se quebrant贸. Despu茅s del Concilio de Nicea, en 325, los cuartodecimanos acataron voluntariamente el uso romano, sin ninguna presi贸n por parte de la Santa Sede.

Se desconoce la fecha de la muerte de san Ireneo, aunque por regla general, se establece hacia el a帽o 202. De acuerdo con una tradici贸n posterior, se afirma que fue martirizado, pero no es probable ni hay evidencia alguna sobre el particular. Los restos mortales de san Ireneo, como lo indica Gregorio de Tours, fueron sepultados en una cripta, bajo el altar de la que entonces se llamaba iglesia de San Juan, pero m谩s adelante, llev贸 el nombre de San Ireneo. Esta tumba o santuario fue destruido por los calvinistas en 1562 y, al parecer, desaparecieron hasta los 煤ltimos vestigios de sus reliquias. Es digno de observarse que, si bien la fiesta de san Ireneo se celebra desde tiempos muy antiguos en el Oriente (el 23 de agosto), s贸lo a partir de 1922 se ha observado en la iglesia de Occidente.

El tratado contra los gn贸sticos ha llegado hasta nosotros completo en su versi贸n latina y, en fechas posteriores, se descubri贸 la existencia de otro escrito suyo: la exposici贸n de la predicaci贸n apost贸lica, traducida al armenio. A pesar de que el resto de sus obras desapareci贸, bastan los dos trabajos mencionados para suministrar todos los elementos de un sistema completo de teolog铆a cristiana. No ha llegado hasta nosotros nada que pueda llamarse una biograf铆a de la 茅poca sobre san Ireneo, pero hay, en cambio, abundante literatura en torno al importante papel que desempe帽贸 como testigo de las antiguas tradiciones y como maestro de las creencias ortodoxas.

Fue declarado Doctor de la Iglesia por Papa Francisco el 21 de enero de 2022, con el t铆tulo de "Doctor Unitatis" (Doctor de la unidad), tal como lo se帽ala el decreto correspondiente: 芦脡l fue un puente espiritual y teol贸gico entre los cristianos de Oriente y Occidente. Su nombre, Ireneo, expresa esa paz que viene del Se帽or y que reconcilia, reintegrando la unidad禄

En 1904 se despert贸 enorme inter茅s general, a raiz del descubrimiento de la versi贸n armenia de un escrito sobre el cual s贸lo se conoc铆a el t铆tulo hasta entonces: Prueba de la Predicaci贸n Apost贸lica. Se trata, sobre todo de una comparaci贸n de las profec铆as del Antiguo Testamento y de ese escrito, no se obtienen informaciones nuevas en relaci贸n con el esp铆ritu y los pensamientos del autor. Sobre la teolog铆a de Ireneo puede consultarse con provecho la Patrolog铆a de Quasten (Tomo I). Entre las catequesis de los mi茅rcoles que SS Benedicto XVI dedic贸 a los Padres de la Iglesia, la del 28 de marzo del 2007 est谩 referida a la figura y el pensamiento de Ireneo de Lyon.