Al suceder a san Artemio en la sede episcopal de Sens, Lupo se distingui贸 por el celo extraordinario con que cumpli贸 todos sus deberes pastorales y por haber demostrado que ninguna dignidad podr铆a infundirle el orgullo, ni la mayor dedicaci贸n a cualquier trabajo p煤blico pod铆a distraerle de su constante contemplaci贸n de Dios. Cuando la seguridad de su pa铆s requiri贸 su ayuda, se puso en actividad para mantener el orden p煤blico y, tras la muerte del rey Thierry II, apoy贸 a su heredero Sigberto con todas las posibilidades de sus propios poderes. Tiempo despu茅s, Clotario se adue帽贸 de Borgo帽a y envi贸 ah铆 el duque Farulf para que se hiciera cargo de la administraci贸n de la tierra conquistada. El ministro se ensa帽贸 contra San Lupo, ya que 茅ste, durante el sitio a Sens, se hab铆a salvado de morir bajo las espadas de los hombres de Clotario, al repicar las campanas de su iglesia, lo que bast贸 para que todos los atacantes, asustados, se alejaran m谩s que de prisa. El obispo Lupo no tom贸 precauciones para defenderse de la maldad de Farulf y 茅ste levant贸, ante el rey, terribles calumnias contra el prelado, con la complicidad de Medegislo, abad de Saint-Remi, monasterio de Sens, cuya ambici贸n era la de suplantar a san Lupo en la sede. El pago que recibieron las criminales actividades de aquel abad inescrupuloso, consisti贸 en la invasi贸n tumultuosa de su iglesia por parte del pueblo indignado, que lo asesin贸 ah铆 mismo.
Pero Clotario se dej贸 enga帽ar por las intrigas y desterr贸 al obispo Lupo a Aus茅ne, una aldea cercana a la ciudad de Lyon. Al llegar al sitio de su exilio. el santo descubri贸, apesadumbrado, que los habitantes rend铆an culto a los dioses falsos y se propuso rescatarlos del paganismo. Con la ayuda de Dios obr贸 el milagro espectacular de devolver la vista a un hombre ciego, delante del gobernador y numerosos testigos. Al d铆a siguiente, el gobernador, muchos funcionarios, ciudadanos y hombres del ej茅rcito de los francos, acudieron a solicitar el bautismo. Mientras tanto, san Winebaldo, el abad de Troyes y toda la ciudadan铆a de Sens, exigieron al rey Clotario que llamase a san Lupo del destierro al que le hab铆a condenado. Ante aquella demostraci贸n de afecto y lealtad, el monarca comprendi贸 que hab铆a obrado injustamente en contra del obispo al dejarse prender en la red de mal茅volas intrigas forjadas por los acusadores. Inmediatamente, trat贸 de reparar el da帽o, mand贸 traer al exilado y, luego de pedirle perd贸n humildemente, le devolvi贸 a su sede. El santo obispo Lupo, por su parte, jam谩s demostr贸 el menor resentimiento hacia sus enemigos y, por la resignaci贸n y paciencia con que soport贸 sus infortunios, marc贸 sus virtudes con el sello del hero铆smo.
Entre los muchos prodigios que se atribuyen a su santidad, se cuenta que cierto d铆a en que cantaba una misa, alz贸 el c谩liz y, sin explicarse de d贸nde podr铆a venir, a no ser que procediera del espacio, una piedra preciosa de gran tama帽o, cay贸 dentro de la copa. Este acto se relataba en el antiguo Martirologio Romano, con la prudente advertencia: refertur (as铆 se refiere) ; pero de todas maneras, podr铆a explicarse, si se tiene en cuenta que las piedras preciosas en los ornamentos de vestiduras y altares se desprenden con facilidad. Pero aquella joya se conserv贸 como una reliquia entre los tesoros de la catedral de Sens, donde tambi茅n se guarda el anillo episcopal que es uno de los muchos anillos legendarios que cayeron, por accidente, al agua y, m谩s tarde, fueron recuperados en el vientre de un pez. San Lupo muri贸 en el a帽o 623.
La m谩s antigua biograf铆a de San Lupo de Sens, escrita en lat铆n, fue editada con cr铆ticas y comentarios en Monumenta Germaniae Historica, Scriptores Merov., vol. IV, pp. 176-178. B. Krusch le asigna una fecha no anterior al siglo noveno y opina que, desde el punto de vista hist贸rico, es poco digna de confianza. V茅ase a G. Vielhaber en Analecta Bollandiana, vol. XXVI (1907), pp. 43-44; y cf. H. Bouvier, Histoire de l'脡glise de Sens, vol. I, pp. 101-106, as铆 como a Duchesne en Fastes 脡piscopaux.