El apóstol Santiago y Juan, los hijos del Trueno
El nombre Santiago proviene de dos palabras, "Sant Iacob", que en hebreo se traducen como "Jacob". Los españoles en sus batallas solían gritar: "Sant Iacob, ayúdenos". El tiempo y la repetición de estas palabras derivaron en una sola: Santiago. Fue uno de los doce apóstoles del Señor y hermano de San Juan Evangelista. Se le conocía como el Mayor para distinguirlo del otro apóstol, Santiago el Menor, que era más joven.
Santiago vivía en Betsaida, junto al Mar de Galilea, donde tenía una pequeña empresa de pesca con sus padres, Zebedeo y Salomé. Su situación económica era buena, lo que les permitía ausentarse del trabajo por semanas. Después de presenciar la pesca milagrosa, Santiago dejó sus redes y se unió a Jesucristo para colaborar en su apostolado.
Junto con su hermano y Simón Pedro, formaron parte del grupo de los tres preferidos de Jesús. Después de la Ascensión de Jesús, Santiago se distinguió como una de las principales figuras entre los apóstoles. Cuando el rey Herodes Agripa propuso acabar con los seguidores de Cristo, lo primero que hizo fue mandar cortarle la cabeza a Santiago. Así, el apóstol tuvo el honor de ser el primero en derramar su sangre por proclamar la religión de Jesús Resucitado.
La veneración a Santiago en España
Antiguas tradiciones dicen que Santiago alcanzó a ir hasta España a evangelizar. Desde el siglo IX se cree que su cuerpo se encuentra en la catedral de Compostela (norte de España). A ese santuario han ido miles de peregrinos a lo largo de los siglos y han obtenido maravillosos favores del cielo. El historiador Pérez de Urbel dice que lo que hay en Santiago de Compostela son reliquias del apóstol, que fueron llevadas desde Palestina.
San Juan Apóstol
San Juan, también conocido como el Evangelista, era un judío de Galilea, hijo de Zebedeo y hermano de Santiago el Mayor. Era un pescador junto con su hermano. Cuando Jesús llamó a su servicio a Pedro y a Andrés, también llamó a Juan y Santiago para que fuesen sus apóstoles.
Se dice que San Juan era el más joven de los doce apóstoles y que sobrevivió a todos los demás. Es el único apóstol que no murió martirizado. En el Evangelio que escribió, se refiere a sí mismo como "el discípulo a quien Jesús amaba". Fue uno de los más íntimos de Jesús y estuvo presente en la Transfiguración y en la oración en el Huerto de Getsemaní.
La protección de María
Juan fue el elegido para acompañar a Pedro a la ciudad a fin de preparar la cena de la última Pascua. En el curso de aquella última cena, Juan reclinó su cabeza sobre el pecho de Jesús y fue a Juan a quien el Maestro indicó el nombre del discípulo que habría de traicionarle. San Juan fue el único de los apóstoles que estuvo al pie de la cruz con la Virgen María y las otras piadosas mujeres y recibió el encargo de tomar bajo su cuidado a la Madre del Redentor. "Mujer, he ahí a tu hijo", murmuró Jesús a su Madre desde la cruz. "He ahí a tu madre", le dijo a Juan. Y desde aquel momento, el discípulo la tomó como suya.
La muerte de San Juan
Dice San Jerónimo que, cuando San Juan era ya muy anciano y estaba tan debilitado que no podía predicar al pueblo, se hacía llevar en una silla a las asambleas de los fieles de Efeso y siempre les decía: "Hijitos míos, amaos entre vosotros...". San Juan murió pacíficamente en Efeso hacia el tercer año del reinado de Trajano, es decir hacia el año cien de la era cristiana, cuando tenía la edad de noventa y cuatro años.