La Importancia de la Tradición en la Iglesia Católica
La tradición es un concepto importante en la Iglesia Católica que a menudo se confunde con la Biblia. La palabra "tradición" proviene de la palabra "transmisión", que se refiere a la transmisión de conocimientos, cultura, material o patrimonio de una persona a otra.
La Biblia es más que una colección de textos inspirados por Dios; también es una compilación de tradiciones escritas establecidas y definidas con autoridad de la Iglesia. Gran parte de ella tiene sus orígenes en los judíos, pero más adelante Jesús establece nuevas autoridades que definen y establecen qué es considerado como regla o canon bíblico.
Los concilios, como el Concilio de Jerusalén, establecen qué escritos no tienen fundamento bíblico y que por lo tanto no son considerados como parte del canon bíblico. El Concilio Judío, por ejemplo, no posee autoridad competente sobre la fe y moral cristiana católica.
Para evitar el "teléfono de cristal" entre las tradiciones, la Iglesia en sus inicios guardaba las escrituras separadas como norma de fe y moral, pero también eran insuficientes porque iniciaban herejías dispersas. Por eso, conservaban otros escritos como el Didache, uno de los primeros catecismos conocidos.
También conservaban cartas de obispos, sacerdotes y laicos al servicio de la Iglesia, así como registros de los romanos y otros pueblos como los samaritanos, y las catacumbas donde presentaban imágenes representativas con propósitos catequéticos.
Las citas bíblicas dan importancia a la tradición como parte integrante del descubrimiento de Dios:
"Así pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta." 2 Tesalonicenses 2,15
"Os alabo porque en todas las cosas os acordáis de mí y conserváis las tradiciones tal como os las he transmitido." 1 Corintios 11,2
"Hermanos, os mandamos en nombre del Señor Jesucristo que os apartéis de todo hermano que viva desordenadamente y no según la tradición que de nosotros recibisteis." 2 Tesalonicenses 3,6
Desde los primeros siglos ha habido personas encargadas de transmitir la fe y la tradición en función de su ministerio. Con el tiempo, con tantas escrituras, las escrituras solas no establecían qué si y qué contendría ese compendio de tradiciones escritas. La Iglesia Católica estableció con autoridad apostólica, en el Concilio de Roma del año 382, el Canon Bíblico con la lista del Nuevo Testamento similar al de San Atanasio y los libros del Antiguo Testamento de la Versión de los LXX.
Hasta ese momento, aunque tenían escritos, no existía una lista oficial. Por eso, podemos decir claramente que primero la Iglesia y luego nació de ella la Biblia.
Imaginemos que la Iglesia Católica no hubiera definido las escrituras, estaríamos teniendo cartas, evangelios apócrifos sin el discernimiento correcto, la interpretación que nace de la palabra de Dios, la transmitida en la tradición oral y escrita, no ayudaría a tener el equilibrio correcto para la vida y la fe.
Un gran ejemplo de que la sola escritura no es suficiente sin la tradición y magisterio de la Iglesia son las sectas. La mayoría cree que las escrituras son suficientes, aunque en la Biblia no lo diga, se crean credos, se genera confusión, entre los mismos evangélicos, algunos establecen catecismos evangélicos, los pentecostales, luteranos, anglicanos, entre muchos, lanzan libros, compendios, dan clase explicativas como cursos, diplomados, hasta carreras universitarias de teología para explicar lo que según ellos solo falta la Biblia en mano.
Aún así, la confusión es evidente, entre las miles de sectas religiosas con solo escrituras, existen tantas interpretaciones contradictorias, si la escritura fuera suficiente, por qué teniendo la misma Biblia no se ponen de acuerdo a una sola sana doctrina.
La Iglesia enseña que la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, corregir y educar en la justicia; así, el hombre de Dios se encuentra perfecto y preparado para toda obra buena. (2 Timoteo 3,16-17)
Nunca dice que es suficiente, la Iglesia Católica enseña que es útil, como norma de fe y moral, pero también San Juan nos da un ejemplo claro: "Aunque tengo mucho que escribir, prefiero no hacerlo con papel y tinta, sino que espero ir a veros y hablaros de viva voz, para que nuestro gozo sea completo." (2 Juan 12)
"Y cuanto me has oído en presencia de muchos testigos, confíalo a hombres fieles, que sean capaces, a su vez, de instruir a otros." (2 Timoteo 2,2)
Otro ejemplo claro es San Lucas, que no era parte de los doce apóstoles, relata los hechos de forma clara, recibiendo esta enseñanza de los apóstoles oralmente:
«Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, he decidido yo también, después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo por su orden, ilustre Teófilo, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido»
(Lucas 1,1-4)
Acá es importante resaltar que cuando se refiere a la transmisión, uno debe recibir primero para enviar, en este caso, el evangelio.
Debemos diferenciar entre las tradiciones mundanas o carnales de hombres, como aunque no malas, todas no pertenecen al magisterio, como un asado cada domingo después de misa entre la familia. También existen traducciones, aunque no están literalmente en la Biblia, no limita la importancia o la veracidad de ella, como el día 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción.
Bendiciones, paz y bien, espero que haya sido útil y edificante.