Vivir en la verdad
La verdad es una característica fundamental de Dios, su Palabra es verdad (Pr 8, 7; 2 S 7, 28) y su ley es verdad (Sal 119, 142). Como Dios es el Veraz (Rm 3, 4), los miembros de su pueblo son llamados a vivir en la verdad (cf Sal 119, 30).
En Jesucristo, la verdad de Dios se manifestó en plenitud. Lleno de gracia y de verdad (Jn 1, 14), él es la luz del mundo (Jn 8, 12), la Verdad (cf Jn 14, 6). El que cree en él no permanece en las tinieblas (cf Jn 12, 46). El discípulo de Jesús, que permanece en su palabra, conoce la verdad que hace libre (cf Jn 8, 31-32) y que santifica (cf Jn 17, 17).
La búsqueda de la verdad
El hombre busca naturalmente la verdad. Está obligado a honrarla y atestiguarla: “Todos los hombres, conforme a su dignidad, por ser personas […], se ven impulsados, por su misma naturaleza, a buscar la verdad y, además, tienen la obligación moral de hacerlo, sobre todo con respecto a la verdad religiosa. Están obligados también a adherirse a la verdad una vez que la han conocido y a ordenar toda su vida según sus exigencias” (DH 2).
La virtud de la veracidad
La verdad como rectitud de la acción y de la palabra humana, tiene por nombre veracidad, sinceridad o franqueza. La virtud de la veracidad consiste en mostrarse veraz en los propios actos y en decir verdad en sus palabras, evitando la duplicidad, la simulación y la hipocresía.
La importancia de la verdad en la vida cristiana
Los cristianos son llamados a vivir en la verdad, es decir, en la simplicidad de una vida conforme al ejemplo del Señor y permaneciendo en su Verdad. “Si decimos que estamos en comunión con él, y caminamos en tinieblas, mentimos y no obramos conforme a la verdad” (1 Jn 1, 6).
La experiencia de Dios, la vivencia de comunidad y la formación doctrinal
La gente indica que, en los grupos religiosos, encuentran por primera vez una experiencia de Dios, se sienten parte de una comunidad religiosa y recién por primera vez entienden y les interesa realmente el contenido de su fe. Esto se explica por la falta de llegada de la Iglesia católica (cf N. 225 de Aparecida).
La diferencia entre la Iglesia católica y otras religiones
Cristo nos dice que Él es el Camino, la Verdad y la Vida (Juan 14: 6). El Dios judeocristiano se presentó a su pueblo y les enseña porque los ama (Hechos 4:12). Ninguna otra religión hace tales afirmaciones. La salvación solo viene de Cristo y no de Mahoma, Buda o Joseph Smith. El culto le pertenece por derecho solo a Yahvé, que es el gran YO SOY (Ap 4:11).
La Eucaristía y su importancia en la vida cristiana
La Eucaristía es una celebración con la que se anuncia y actualiza la muerte del Señor hasta su regreso (1 Cor 11:26). “El que, por lo tanto, coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del cuerpo y la sangre del Señor. Por tanto, examínese cada uno a sí mismo, y coma así el pan y beba de la copa. Porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe su propia condenación” (1 Cor 11: 27-29).
Por qué el Protestantismo nunca sobrevivirá
La Sagrada Escritura no otorga la autoridad a nadie para fundar otra iglesia que no sea la única fundada por Jesucristo. Existen actualmente más de 33.800 diferentes denominaciones Protestantes en el mundo. Cualquier secta que exista sin autoridad de Dios es una falsedad creada por el hombre.
La casa construida por Dios es la única Iglesia del Dios vivo. Esto se demuestra en Mateo 16:18, donde Jesucristo dijo: “Y Yo, te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del abismo no prevalecerán contra ella”. Nótese que en el versículo anterior Jesús dijo “Iglesia” y no “iglesias”.