El propósito de la amistad y el noviazgo en la vida cristiana
La amistad es uno de los regalos más grandes que una persona puede tener o disfrutar. En la verdadera amistad, se confían los secretos, se comparten las penas y alegrías, sin miedos a ser juzgados. En ella, se da la vida por su amigo, como lo demuestra Jesús en el Evangelio de Juan 15, 13: "Por esto os he dado ejemplo, para que como yo os he hecho saber, también vosotros haced lo mismo".
Para que una amistad sea verdadera, se debe basar en el amor de Cristo. La amistad no es simplemente una relación superficial, sino algo hondo, como lo dijo el Papa Francisco: "Un amigo no es un conocido, uno con el cual pasa un buen rato de conversación. La amistad es algo hondo".
En una relación de amistad, es primordial haber honestidad y sinceridad. Aunque algunas veces sea necesario brindar un consejo sabio para poder corregir con amor. Las amistades son valiosas, que exigen sacrificios. En la amistad, es tener tiempo para escuchar y corregir con amor. En la amistad, se apoya en los momentos difíciles. La amistad es incondicional, sin recibir nada.
El propósito del noviazgo
El noviazgo es más que solo amistad, es una etapa en la que se muestra que fuimos creados para no estar solos. "El que halla esposa halla algo bueno, Y alcanza el favor del SEÑOR" (Pr. 18,22). Es una bendición llegar al matrimonio. Sin embargo, el matrimonio y el noviazgo no son lo mismo.
Legalmente, una pareja en un noviazgo sigue siendo una pareja de solteros. De igual manera, lo es delante del Señor: la noche antes del matrimonio, si la pareja tiene relaciones sexuales comete un pecado horrendo delante de Dios. La noche después, hace algo honroso y bendito por Él.
Aunque no haya en la Palabra un tiempo como el que nosotros hablamos hoy de "novios", debemos guiar nuestras vidas según la Palabra de Dios. Creemos firmemente a la luz de la Escritura que el propósito del noviazgo es la preparación para el matrimonio. No hay otro. Esa preparación implica al menos tres cosas:
- Conocer a la pareja: No importa cuán intensa y extensa sea una amistad, hay cosas que solo se conocen cuando uno inicia una relación amorosa. Como el matrimonio es para toda la vida (Mt. 19:3-12), debemos conocer de la manera más piadosa y más profunda a aquella persona con quien nos uniremos en santo matrimonio.
- Conocerte en la pareja: El "conócete a ti mismo" aplica aquí. Como las personas más cercanas a nosotros son quienes mejor nos conocen y nos afilan, al entrar en un noviazgo podemos conocer las áreas de nuestro carácter que necesitan ser moldeadas antes de entrar en una relación de por vida.
- Preparar todo para el matrimonio: Una boda conlleva mucha planeación. Y eso es solo el principio. El noviazgo es el momento idóneo para hacer los arreglos de dónde vivir, hacer el presupuesto semanal y mensual, organizar los ministerios en la iglesia (y si son de dos iglesias diferentes, decidir en cuál iglesia estar), observar y adecuar la dinámica familiar con la familia extendida, y así muchas otras cosas que necesitan decidirse y presentar al Señor antes del matrimonio.