La sexualidad en la perspectiva cristiana
La sexualidad es una realidad inherente a la naturaleza humana, es lo que nos da las características personales y biológicas que nos definen como seres humanos. Dios, en su infinita sabiduría, creó al hombre y la mujer para un proyecto de salvación específico, y la sexualidad es una parte integral de ese proyecto.
Dentro de la sexualidad, existe una expresión llamada sexo, que tiene el sentido de reproducción y propagación de la vida. Sin embargo, a medida que la humanidad evoluciona y se desarrolla, el hombre llega a conclusiones que reducen la sexualidad a satisfacción momentánea y a la búsqueda de impulsos inmediatos. Esto lleva a una lucha entre el deseo y la razón, y al proyecto de Dios.
El matrimonio es la expresión más sagrada y natural de la sexualidad humana, ya que santifica el acto sexual y lo convierte en un acto de amor y unión entre dos personas. A través del Sacramento del matrimonio, uno recibe la bendición sacramental y se compromete a vivir el acto sexual de manera digna y decorosa.
Sin embargo, existen degeneraciones dentro de la expresión de la sexualidad que hacen perder la dignidad de la persona y el sentido biológico que Dios estableció. Ejemplos de esto son las relaciones sexuales anales, que no son la vía adecuada para la relación y la procreación, y que pueden llevar a infecciones, desgarros y deformaciones. También es importante mencionar el sexo oral, que no tiene sentido de dignidad y establece una correcta función y expresión de la sexualidad.
Además, existen otras desviaciones aún más peligrosas, como el masoquismo, las parafilias y la necrofilia, que atentan contra la dignidad natural del cuerpo y la expresión sexual. Aunque tenemos libertad de albedrío, eso no justifica la desobediencia al mandato de Dios.
La homosexualidad también es una desviación de la sexualidad natural, ya que no existe un gen homosexual y la naturaleza no ha establecido esta forma de relación como natural. La Iglesia no está contra el homosexual, sino contra la homosexualidad, ya que Dios ama al pecador pero aborrece el pecado.
La pornografía también es un mal que existe en la sociedad, y que ha dañado a muchas personas, ya que reduce la dignidad de la persona y la convierte en una cosa. La masturbación también es un acto de egoísmo y de expresión sin propósito.
La castidad es una propuesta que Jesús vivió y que los apóstoles siguieron predicando y enseñando. La castidad no se trata de rechazar la sexualidad, sino de enfocarse en un propósito de amor más profundo. Quien vive en castidad guarda y cumple la palabra de Dios con amor y temor, y es una opción misericordiosa que calienta el corazón.
La castidad dentro de la orden religiosa expresa un amor íntima con Dios, expresa una obediencia a la palabra y una consagración, apartado para Dios como primicia del reino de los cielos. Es comprender que el amor va más allá de la carne, que los pensamientos comprenden que el sexo no lo es todo, y que Jesucristo nuestro Señor vivió apartado del sexo, demostrando que la castidad es una opción clara de vida.
Queremos con todo esto buscar y dar a entender que existe un amor más profundo que ciertamente se complementa en el matrimonio en la expresión sexual, también dentro de la castidad entregados profundamente el amor de Cristo y al servicio de la comunidad. Queremos también hacer recordar que todo me es permitido, pero no todo me es provechoso, y que el pensamiento y la acción no siempre están condenados.