La Parábola de la Oveja Perdida: Un Gesto de Amor Incondicional de Dios
La parábola de la oveja perdida se encuentra en los evangelios de San Mateo (18, 12-14) y San Lucas (15, 1-7). En esta parábola, Jesucristo es criticado por los fariseos y maestros de la ley por convivir con los pecadores. Sin embargo, Jesús responde con una pequeña parábola que contiene una enseñanza muy grande: su misión en este mundo es "salvar a su Pueblo de todos sus pecados" (Mateo 1,21).
La Parábola de la Oveja Perdida
Veamos la parábola de la oveja perdida desde la Sagrada Escritura en San Lucas 15, 1-7:
"Los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharle. 2. Por esto los fariseos y los maestros de la Ley lo criticaban entre sí: «Este hombre da buena acogida a los pecadores y come con ellos.» 3. Entonces Jesús les dijo esta parábola: 4. «Si alguno de ustedes pierde una oveja de las cien que tiene, ¿no deja las otras noventa y nueve en el desierto y se va en busca de la que se le perdió, hasta que la encuentra? 5. Y cuando la encuentra se la carga muy feliz sobre los hombros, 6. y al llegar a su casa reúne a los amigos y vecinos y les dice: «Alégrense conmigo, porque he encontrado la oveja que se me había perdido.» 7. Yo les digo que de igual modo habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que vuelve a Dios que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de convertirse."
Jesús como el Buen Pastor
¿Por qué Jesús hace uso de la palabra pastor en sus predicaciones y parábolas? En el tiempo de Jesús, los pastores eran considerados los más humildes. Por lo tanto, Jesús es el buen pastor, dedicado a su rebaño, siempre listo para enfrentarse a cualquier peligro para salvar y proteger a sus ovejas.
La Crítica de los Fariseos y la Resposta de Jesús
La parábola comienza con la crítica de los fariseos y los escribas: "¡Este hombre acoge a los pecadores y come con él!" Sin embargo, Jesús envió a setenta discípulos (Lucas 10, 1-9) y les mandó sanar enfermos, poseídos y atender a los excluidos (Lucas 10, 9).
Jesús comienza la parábola con una pregunta: "¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va a buscar la que se perdió, hasta que la encuentra?" (Lucas 15,4). La pregunta fue formulada para dar una respuesta positiva, de tal manera que hasta los mismos fariseos y doctores de la ley habrían respondido de forma positiva.
La Actitud de Dios hacia los Pecadores
En la parábola, el dueño de las ovejas hace lo que nadie haría: dejar todo e ir detrás de la oveja perdida. Sólo Dios mismo puede tener esta actitud. Jesús quiere que el fariseo y el escriba que existe en cada uno de nosotros tome conciencia. Los fariseos y los escribas abandonaban a los pecadores y los excluían. Nunca irían tras la oveja perdida. Dejarían que se perdiera en el desierto. Prefieren a las 99 que no se perdieron. Pero Jesús se pone en lugar de la oveja que se perdió.
Jesús hace saber a ellos y a nosotros: "Si por casualidad te sientes perdido, pecador, recuerda que, para Dios, tú vales más que las 99 otras ovejas. Dios te sigue. Y en caso de que tú te conviertas, tiene que saber que ‘habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión’.
Un Gesto de Amor Incondicional
La parábola de la oveja perdida nos enseña que Dios es un Dios de amor incondicional. Él se preocupa por cada uno de nosotros, ya sea que estemos perdidos o no. Su deseo es salvarnos de todos nuestros pecados y llevarnos de regreso a la casa de su amor.