La oración es hablar, conversar con Dios, con Jesús, con la Virgen. Para poder orar de manera efectiva, debemos considerar quiénes son ellos y quién somos nosotros. Al reflexionar sobre esto, vemos que la oración debe ser humilde y atenta, llena de confianza y perseverante. No debemos cansarnos de orar, porque Dios nos ama y puede todo, y nosotros lo necesitamos mucho.
Jesús nos dice: > "Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá; porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá" (Mt 7, 7-9). Esto significa que el fruto de la oración es seguro, porque tiene la promesa del Señor y nunca es inútil, si pedimos como debemos pedir.
Debemos orar con humildad, atención, confianza y perseverancia. Jesús enseñó a sus discípulos a orar con fe viva y corazón puro, con humildad y constancia, y pidiendo en su nombre.
En la oración, debemos pedir principalmente:
Sí, la oración litúrgica tiene especial eficacia ante Dios, porque es la oración pública y oficial de la Iglesia.