Jesucristo está presente en la Eucaristía de modo único e incomparable.
      Está presente, en efecto, de modo verdadero, real y sustancial: con su
      Cuerpo y con su Sangre, con su Alma y su Divinidad. Cristo, todo entero,
      Dios y hombre, está presente en ella de manera sacramental, es decir, bajo
      las especies eucarísticas del pan y del vino.