En cada uno de sus tres grados, el sacramento del Orden se confiere mediante la <i>imposición de las manos</i> sobre la cabeza del ordenando por parte del obispo, quien pronuncia la solemne <i>oración</i> consagratoria. Con ella, el obispo pide a Dios para el ordenando una especial efusión del Espíritu Santo y de sus dones, en orden al ejercicio de su ministerio.