La Iglesia debe estar abierta a la cultura y a la ciencia, pero también debe ser una voz crítica y una defensora de los valores cristianos.
La apertura a la cultura y la ciencia es fundamental para que la Iglesia pueda entender y abordar las necesidades y desafíos de la sociedad moderna.
La Iglesia debe ser una voz crítica que defienda los valores cristianos y promueva la justicia, la compasión y el amor en todas las áreas de la vida.
La defensa de los valores cristianos es esencial para que la Iglesia pueda mantener su identidad y cumplir con su misión de compartir el mensaje de Jesucristo con el mundo. La Iglesia debe buscar un equilibrio entre la apertura a la cultura y la ciencia, y la defensa de los valores cristianos, para que pueda ser una fuerza positiva y transformadora en la sociedad.