La Iglesia debe promover la solidaridad internacional y la justicia global, y defender los derechos humanos de todos los pueblos.
La Iglesia se esfuerza por crear un mundo más justo y solidario, donde todos los pueblos puedan vivir en dignidad y prosperidad.
La Iglesia defiende los derechos humanos de todos los pueblos, sin distinción de raza, religión, género o condición social, como se nos recuerda en la Encíclica Pacem in Terris. La promoción de la justicia y la solidaridad es un aspecto fundamental de la misión de la Iglesia en el mundo, y se basa en los principios de la dignidad humana y la igualdad de todos los seres humanos, como se nos enseña en Mt 25, 31-46. La Iglesia busca crear un mundo donde todos los pueblos puedan vivir en paz y armonía, y donde los derechos humanos sean respetados y defendidos.
"Los pobres son los evangelizadores de los ricos, llamándolos a la conversión"