La oración es un diálogo con Dios, nuestro Padre celestial, y con los seres que nos rodean en la fe, como la Virgen María, el ángel custodio y los santos. En este diálogo, lo más natural es expresar alabanzas, dar gracias, pedir perdón o solicitar lo que necesitamos.
La oración es un encuentro con Dios, donde escuchamos, alabamos, damos gracias y pedimos aquello que nos conviene. Es un deber para los cristianos, pero más que una obligación, es una necesidad, porque Dios es nuestro Señor y nuestro Padre, y porque Jesucristo nos lo manda.
La oración es el medio ordinario para alcanzar la gracia y los beneficios de Dios. Como enseñaba San Alfonso María de Ligorio, el que no reza, no se salva. Dios escucha siempre nuestras oraciones y nos concede lo que es más conveniente para nuestra salvación, como dice la Biblia: 'Me invocarán, y yo les escucharé' (Jer 29,12); 'Pidan y recibirán' (Jn 16,24).
La oración puede ser mental y vocal, es decir, hecha solo con la mente o expresada con palabras dichas con atención.
Debemos orar a la Santísima Virgen María porque es la Madre de Dios y nuestra Madre, que intercede por nosotros. La historia de la Iglesia muestra que María siempre escucha a sus hijos. Como dice una antigua oración cristiana:
jamás se ha oído decir que alguno de los que han acudido a tu protección, implorando tu auxilio, haya sido abandonado de ti. También hemos de orar al ángel custodio, que siempre está a nuestro lado para ayudarnos, y a los santos, que interceden por nosotros ante Dios.
La oración es un diálogo vivo y personal con Dios y con los seres que nos rodean en la fe. Es un encuentro que nos permite crecer en nuestra relación con Dios y alcanzar la gracia y los beneficios que nos ofrece.