El perdón de los pecados es un tema fundamental en la fe católica. Ya en el Antiguo Testamento, Dios invitó a los hombres a la conversión de los pecados y les ofreció su misericordia. En el Evangelio, este llamado a la conversión y a la penitencia se repite con más fuerza, ya que Jesucristo se ofreció en sacrificio por nuestros pecados, no solo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo (1Jn 2,2).
Jesucristo dio a los Apóstoles y a sus sucesores el poder de perdonar los pecados por el Bautismo y la Confesión. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿existe el perdón de los pecados? La respuesta es sí, porque Jesucristo dio a los Apóstoles el poder de perdonarlos para reconciliar al hombre con Dios y con los hermanos.
Las palabras de Cristo al conceder a los Apóstoles la potestad de perdonar los pecados fueron: > Reciban el Espíritu Santo. A quienes les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; pero a quienes no se los perdonen, no les quedarán perdonados.
Los Apóstoles cumplieron el encargo de perdonar los pecados impartiendo el sacramento del Bautismo a los no cristianos y el sacramento de la Penitencia a los fieles que pecan después del Bautismo. De esta manera, se mantiene viva la misión de Jesucristo de ofrecer su misericordia y perdón a todos los hombres.