Además de la intercesión de María en Caná de Galilea, el Evangelio nos entrega el <i>Magnificat</i> (<i>Lc</i> 1, 46-55), que es el cántico de la Madre de Dios y el de la Iglesia, la acción de gracias gozosa, que sube desde el corazón de los pobres porque su esperanza se realiza en el cumplimiento de las promesas divinas.