La gracia es la participación en la vida de Dios y nos introduce en la intimidad de la vida trinitaria. Cuando el hombre, movido por la gracia de Dios, recibe el Bautismo, obtiene la justificación, y le son infundidas en el alma la fe, la esperanza y la caridad. La justificación es la obra más excelente del amor de Dios, manifestado en Jesucristo y concedido por el Espíritu Santo.
La gracia nos hace 'hijos adoptivos' y nos permite llamar con verdad a Dios 'Padre'. Estamos llamados a ser perfectos como lo es el Padre Celestial, es decir, estamos llamados a la santidad personal, sea cual sea el estado o régimen de vida. La gracia es una participación de la vida de Dios y nos introduce en la vida trinitaria.
Todos los hombres están llamados a la santidad, sea cual sea su estado y régimen de vida, porque todos están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad. La iniciativa divina en la obra de la gracia previene, prepara y suscita la respuesta libre del hombre. La gracia es un don que nos permite responder a la llamada de Dios y caminar hacia la santidad.