Hay actos cuya elecci贸n es siempre il铆cita en raz贸n de su objeto (por
ejemplo, la blasfemia, el homicidio, el adulterio). Su elecci贸n supone un
desorden de la voluntad, es decir, un mal moral, que no puede ser
justificado en virtud de los bienes que eventualmente pudieran derivarse
de ellos.