Los Diez Mandamientos son una guía divina que Dios entregó a Moisés en el Sinaí para ayudar a su pueblo escogido a cumplir la ley divina. Jesucristo, en la ley evangélica, confirmó los Diez Mandamientos y los perfeccionó con su palabra y con su ejemplo. Nuestro amor a Dios se manifiesta en el cumplimiento de los Diez Mandamientos y de los preceptos de la Iglesia.
En definitiva, todos los Mandamientos se resumen en dos: amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como a uno mismo, y más aún, como Cristo nos amó. Esto se refleja en las palabras de Jesucristo: > "Si quieres salvarte, cumple los mandamientos".
Dios mismo dio los Diez Mandamientos a Moisés, y Jesucristo los confirmó y perfeccionó con su palabra y con su ejemplo. La importancia de los Mandamientos se destaca en la pregunta: ¿Basta creer para salvarse? La respuesta es clara: no basta creer para salvarse, sino que se debe cumplir con los Mandamientos.
Los Diez Mandamientos de la Ley de Dios son: